Gulag by Anne Applebaum

Gulag by Anne Applebaum

autor:Anne Applebaum [Applebaum, Anne]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


Mi colega me enseñó algunas cosas sobre cómo protegerme que me sirvieron mucho después en la vida. Aquí tengo una herida, y aquí otra … cuando te atacan con un cuchillo, tienes que saber cómo reaccionar. El principio esencial es responder antes, no dejar que te toquen. Esa fue nuestra feliz niñez soviética.[57]

Algunos niños, sin embargo, quedaban marcados por su experiencia en el orfanato. Al volver del destierro, una madre se reunió con su pequeña hija. La niña, a la edad de ocho años, apenas podía hablar, cogía la comida con la mano, y se comportaba como el animal salvaje que el orfanato le había enseñado a ser.[58] Otra madre, liberada al cumplir ocho años de condena, fue a recoger a sus hijos del orfanato, solo para descubrir que estos se negaban a ir con ella. Les habían enseñado que sus padres eran «enemigos del pueblo» que no merecían cariño ni afecto. Habían sido instruidos para que rehusaran salir «si tu madre alguna vez viene por ti», y nunca quisieron volver a vivir con sus padres.[59]

No es extraño que los niños escaparan de esos orfanatos en gran número. Una vez en la calle, caían rápidamente en el submundo criminal. Y una vez que eran parte de él, el ciclo de depravación proseguía. Tarde o temprano, probablemente serían arrestados.

A primera vista, el informe anual de 1944-1955 del NKVD sobre un grupo particular de ocho campos en Ucrania no presenta nada fuera de lo ordinario. El informe enumera los campos que cumplieron o incumplieron el plan quinquenal. Alaba a los «trabajadores de choque» reclusos. Advierte severamente que en la mayoría de los campos el alimento era muy deficiente y monótono. Con más aprobación señala que solo se había declarado una epidemia en uno de los campos durante el período de inspección y que se había detectado a raíz del traslado de cinco reclusos desde una prisión atestada de Jarkov.

Unos cuantos detalles del informe, no obstante, sirven para ilustrar el carácter exacto de estos campos ucranianos. Un inspector se queja, por ejemplo, de que en uno de los campos escasean «libros de texto, lápices, cuadernos, bolígrafos».[60] Los ocho campos en cuestión eran las ocho colonias infantiles de Ucrania. Pues no todos los niños que entraban en la jurisdicción del Gulag eran hijos de padres arrestados. Algunos acabaron en ellos por sí mismos. Cometieron un delito, fueron arrestados y enviados a campos especiales para delincuentes juveniles, que eran dirigidos por los mismos burócratas que dirigían los campos de adultos, y se parecían a ellos en muchos sentidos.

Originariamente, estos campos de niños estaban organizados para los besprizornye, los «huérfanos», niños de la calle sucios y abandonados que habían perdido a sus padres o escapado de ellos durante los años de la guerra civil, la hambruna, la colectivización y las detenciones masivas. Estos niños de la calle se habían convertido en una figura común, a comienzos de los años treinta, en las estaciones de tren y en los parques públicos de las ciudades soviéticas. El escritor



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