Tokio Blues by Haruki Murakami

Tokio Blues by Haruki Murakami

autor:Haruki Murakami [Murakami, Haruki]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1987-01-01T05:00:00+00:00


7

A la mañana del día siguiente, jueves, tuve clase de educación física. En la piscina hice varios largos de cincuenta metros. Gracias al duro ejercicio, me quedé como nuevo y se me despertó el apetito. Devoré un copioso almuerzo en un establecimiento donde servían menús. Después, cuando me encaminaba a la biblioteca de la facultad de literatura para hacer unas consultas, me encontré a Midori Kobayashi. Iba acompañada de una chica bajita y con gafas. En cuanto me vio, fue a mi encuentro.

—¿Adónde vas? —me preguntó.

—A la biblioteca —dije.

—¿Por qué no te vienes a almorzar conmigo?

—Ya he comido hace un rato.

—¿Y por qué no comes otra vez?

Al final, Midori y yo entramos en una cafetería del barrio; Midori se comió un arroz con curry, y yo me tomé una taza de café. Llevaba una camisa blanca de manga larga y un chaleco amarillo de lana con peces bordados, un fino collar de oro y un reloj de Walt Disney. Comió con apetito el arroz con curry y bebió tres vasos de agua.

—Estos días no has estado por aquí, ¿verdad? Te he llamado un montón de veces —comentó Midori.

—¿Querías algo en especial?

—No, nada. Hablar contigo.

—¡Ah! —musité.

—¿Qué coño significa ese «¡Ah!»?

—Nada. Es una expresión —respondí—. Dime, ¿ha habido algún incendio últimamente?

—No. Y mira que aquél fue divertido. Apenas hubo daños y el humo fue muy impactante. Un incendio así está bien.

Dichas estas palabras, volvió a beber agua. Luego suspiró y me miró fijamente.

—Watanabe, ¿qué te ocurre? Pareces atontado. Ni siquiera enfocas al mirar.

—Nada grave. Acabo de volver de viaje y estoy cansado.

—Parece que has visto un fantasma.

—¿Ah, sí?

—¿Esta tarde tienes clase?

—Sí, de alemán y religión.

—¿Y no puedes saltártelas?

—La de alemán, imposible. Hoy tengo examen.

—¿A qué hora terminas?

—A las dos.

—¿Quieres ir a tomar una copa cuando salgas de clase?

—¿A las dos de la tarde? —pregunté.

—No está mal para variar. Tienes mala cara. Tómate una copa conmigo y verás como te animas. Y yo lo mismo. También quiero tomar una copa contigo para ver si me animo. ¿Qué te parece?

—Vayamos de copas, pues. —Solté un suspiro—. Te espero a las dos en el patio de la facultad de literatura.

Después de la clase de alemán, subimos al autobús, fuimos hasta Shinjuku y entramos en un bar llamado DUG, situado en uno de los subterráneos de detrás de la librería Kinokuniya, donde pedimos dos vodkas con tónica.

—Vengo a veces. Aquí no te sientes incómoda bebiendo durante el día.

—¿Tienes por costumbre beber durante el día?

—No, sólo a veces. —Hizo tintinear el hielo del vaso—. A veces, cuando el mundo empieza a angustiarme, me paso por aquí y me tomo un vodka con tónica.

—¿El mundo te parece angustioso?

—A veces —dijo Midori—. Yo también tengo problemas.

—¿Cuáles son tus problemas?

—Mi familia, mi novio, las irregularidades de la regla… muchas cosas.

—¿Tomamos otra copa? —sugerí.

—Hecho.

Levanté la mano, llamé al camarero y le pedí otros dos vodkas con tónica.

—Por cierto, el otro domingo me diste un beso —terció Midori—. He pensado en eso. Me gustó mucho.

—Eso está bien.

—«Eso está bien» —repitió Midori—. Verdaderamente, hablas de una manera extraña.



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