Todas mis ilusiones by Cherry Chic

Todas mis ilusiones by Cherry Chic

autor:Cherry Chic [Chic, Cherry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-26T16:00:00+00:00


No respondo, porque no quiero que la abuela me riña, así que lo miro y asiento levemente. Su sonrisa despierta un maldito huracán en mi interior. De verdad, lo de este chico no es normal.

La comida transcurre como todas las comidas en esta familia: con una cantidad ingente de alimentos, gritos, alboroto y muchas risas. Al final, cuando decido marcharme, son casi las cinco.

—Te llevo yo —dice Trinidad—. He quedado con Alonso para dar un paseo.

—El tal Alonso no ha venido a comer —dice Mario.

Lo miro mal, porque pensé que habíamos superado la fase de «el tal Alonso», pero su madre sonríe y encoge los hombros.

—Es una reunión familiar.

—Si está contigo, ahora es de la familia, ¿no? —Trinidad se queda en silencio, un tanto emocionada, y Mario, que se percata, suspira—. Es lo que tú quieres y soy muy feliz por ti, aunque no lo demuestre cada día.

La madre de Mario asiente, pero no dice nada, porque creo que se echaría a llorar si hablara. La abu le pide a Mario que se quede porque tiene que arreglarle un mueble del salón.

—¿Arreglar, Mario? —suelta Alma—. Si acaso lo romperá más.

—De eso nada —responde la abu—. Tu primo será un inútil para muchas cosas, pero es un manitas con los muebles.

—Y así, queridos niños, es como se consigue halagar e insultar a alguien al mismo tiempo —le dice Mario a Ona y Eric en tono sarcástico. Aunque ellos no lo entienden muy bien, se ríen porque sienten adoración absoluta por él.

Y no me extraña, porque creo que empiezo a entender todas las razones por las que, cada vez que Mario les habla, el mundo les parece un lugar más bonito.

Me marcho con Trinidad, que me habla durante todo el camino de lo bien que le va con Alonso salvo cuando para el coche frente a la cafetería, que carraspea y me pide que aguarde un segundo.

—¿Ves bien a Mario? —pregunta un tanto insegura.

Parece nerviosa y me doy cuenta de que, en realidad, para ella es vital que su hijo acepte su relación.

—Sí, Trini, de verdad. Está bien con Alonso, es solo que es… Mario. Tú lo conoces mejor que nadie.

Se ríe un poco y asiente.

—Sí, pero hay partes de él a las que no consigo acceder y parece que tú sí. —La miro sin saber qué decir, pero ella se corrige de inmediato—. No es una acusación ni muchísimo menos. De hecho, me alegra mucho que Mario pueda confiar en alguien, sobre todo si es alguien con un corazón tan bueno como el tuyo.

—No soy tan buena —murmuro—. Y Mario no confía tanto en mí, aunque todos penséis que…

—Te quiere, Sia. —Trago saliva, porque la rotundidad de su frase deja poco lugar a un «pero»—. Me doy cuenta de que mi hijo te quiere mucho, cada vez más, y he percibido cierto cambio en ti en los últimos días, pero no sé si es cosa mía o… —Se da cuenta de que estoy mirando por la ventana sin parar y carraspea—. Lo siento mucho, no es asunto mío.



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