Sofá para tres by Diana Pardo Varela

Sofá para tres by Diana Pardo Varela

autor:Diana Pardo Varela [Pardo Varela, Diana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-31T16:00:00+00:00


Capítulo 12

Hasta pronto, corazones

Llegó el día y acompañé a Carlo y a Lola al aeropuerto. Habían decidido llevar poco equipaje en el avión y enviar la mayoría con la mudanza, pero la realidad era que los dos maletones que portaban no cabían en un taxi normal y tuvimos que llamar a uno tipo furgoneta.

Los tres teníamos las lágrimas en los ojos, sobre todo yo, claro.

—Hablaremos por Skype todos los días, incluso podemos quedar para desayunar juntos. Vas estar presente en todo momento —me prometía Carlo emocionado.

Lola era más fuerte, se veía mucha ilusión en su mirada, aunque también tristeza por dejarme.

—¿Estás segura de quedarte? Todavía estás a tiempo de venir con nosotros —dijo ella.

—Para eso siempre estará a tiempo —afirmó Carlo.

—Prometedme que os cuidaréis mucho el uno al otro —dije entre lágrimas.

—Y tú igual —me pidió Lola en medio de un abrazo—, y cuidado con el latin lover, a ver si voy a tener que venir a partirle la cara.

Cuando le salía la vena poligonera, me llenaba de ternura.

Su avión despegó y yo me fui de vuelta a casa. En tres horas aterrizarían en Roma y todo volvería a empezar para ellos y también para mí, aquí en esta ciudad donde no sabría qué hacer sin su compañía. Quedaron de enviarme un mensaje en cuanto aterrizasen y, después, hablaríamos por Skype.

Mi tristeza y desasosiego iban en aumento. La casa estaba vacía, la soledad inundaba mis pensamientos y el olor de Lola aún envolvía la cocina. En el fregadero había una taza con la marca de su carmín. Sonreí.

Ángela llevaba una temporada sin aparecer por casa, debía de tener un fichaje nuevo. Miré el teléfono y no había mensajes. Álvaro sabía que hoy sería un día difícil para mí y el día anterior, a modo de broma, me había enviado un WhatsApp que decía «que la fuerza te acompañe» con caras de Darth Vader. Necesitaba verlo, un abrazo suyo, un consuelo, En estas dos semanas apenas habíamos hablado, excepto un día que quedamos para tomar café rápido cerca de mi trabajo. Necesitaba calor humano, por muy mal que suene.

—Hola, Aurora —me contestó muy seco.

—Hola. —Nada más oír su voz me derrumbé.

—¡Oh, lo siento, nena! Tranquila, ya verás cómo te acostumbras; además, seguro que dentro de poco puedes ir a verlos.

—Sí…

—¿Te puedo llamar más tarde? Es que ahora tengo lío.

—Sí, claro. Solo necesitaba charlar un rato, me gustaría verte hoy…

Hubo un silencio en la línea.

—Será complicado porque seguro que saldré tarde. Pero, si quieres, puedo pasarme por tu casa cuando termine.

—Eso estaría genial —contesté.

La soledad del piso se metía aún más en mis entrañas, así que decidí salir a divagar por las calles hasta que el dichoso mensaje de mis queridos amigos me confirmase su llegada. Caminando llegué al parque donde había estado con Álvaro la primera noche, de eso ya habían pasado casi seis meses. Miraba el teléfono de forma compulsiva cada cinco minutos, pero todavía nada.

Decidí librarme de mi psicopatía como mejor sabía hacer, sumergiéndome en los libros. Entré en el Fnac y buceé entre un montón de novedades.



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