Ser feliz no es caro by Miguel Ángel Revilla

Ser feliz no es caro by Miguel Ángel Revilla

autor:Miguel Ángel Revilla [Revilla, Miguel Ángel]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Divulgación, Ciencias sociales, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2016-09-27T04:00:00+00:00


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SIGO EN LAS REDES SOCIALES

El 6 de marzo de 2012, cuando Ana Rosa Semprún, directora general de Espasa, casi me obligó a registrarme en Twitter y Facebook, no podía ni imaginar que repercutiría de forma tan impresionante en mi vida. Confieso que aquel día ni siquiera tenía idea de la existencia de las redes sociales.

Hoy parece que siempre han formado parte de mi día a día. Los que leísteis La jungla de los listos supisteis que entonces tenía 200.000 seguidores en Facebook y 400.000 en Twitter. Cuatro años después, cuando redacto estas líneas, en Twitter me siguen 622.000 personas y en Facebook, 880.000.

Estos medios de expresión me han permitido comunicarme con cientos de miles de ciudadanos. Ni un solo día, desde que me estrené en las redes, he dejado de dar mi opinión sobre los temas de actualidad. En estos años, he emitido casi treinta mil comentarios. También he podido pulsar a través de estos canales el estado de ánimo de los españoles. Además, me he estrenado con un vídeo semanal, titulado Sin censura, para denunciar la multitud de escándalos que surgen cada día en nuestro país. Algunos de estos vídeos han superado los dos millones de visualizaciones.

A través de las redes sociales, he promocionado causas justas, difundido campañas solidarias y solicitado amnistías para condenados cuando me parecía una barbaridad que ingresaran en la cárcel.

Uno de los casos en los que me empleé a fondo fue el de una anciana de Fuerteventura, ingresada en la cárcel por negarse a abandonar una modesta casa construida treinta años atrás en un terreno protegido y que en ese momento querían derribar. Mandé al ministro de Justicia, Rafael Catalá, la carta que a continuación reproduzco.

El ministro no se dignó a contestarme, pero a las cuarenta y ocho horas de mandar la carta y hacerla pública en Facebook concedieron el indulto. No me atribuyo la puesta en libertad de la buena de Josefa, pero sí creo que contribuí a crear un clamor contra la injusticia de la que era víctima. Mi denuncia en Facebook fue visualizada por casi dos millones de personas. Y pocas cosas me han hecho más feliz que ver libre a Josefa.



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