Representaciones del intelectual by Edward W. Said

Representaciones del intelectual by Edward W. Said

autor:Edward W. Said [Said, Edward W.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1993-12-31T16:00:00+00:00


IV

PROFESIONALES Y AFICIONADOS

En 1979 el versátil y agudo intelectual francés Regis Debray publicaba un penetrante análisis de la vida cultural francesa titulado Profesores, escritores, celebridades: Los intelectuales de la Francia moderna.[1] Debray mismo había sido en su momento un activista seriamente comprometido con la izquierda que había enseñado en la Universidad de La Habana poco después de la revolución cubana de 1958. Años más tarde, las autoridades de Bolivia lo condenaron a treinta años de prisión por su colaboración con la guerrilla de Che Guevara, aunque sólo estuvo en la cárcel tres años. Vuelto a Francia, Debray se convirtió en analista político semiacadémico y posteriormente en asesor del presidente Mitterrand. Estaba, pues, excepcionalmente bien situado para comprender la relación existente entre los intelectuales y las instituciones, relación que no es nunca estática sino que evoluciona de continuo, mostrando a veces una complejidad sorprendente.

La tesis de Debray en el libro citado es que, entre 1880 y 1930, los intelectuales parisinos estaban vinculados principalmente con la Sorbona; eran refugiados laicos tanto de la Iglesia como del bonapartismo. Durante esa época el intelectual encontró protección en los laboratorios, las bibliotecas y las aulas como profesor y desde esos lugares pudo llevar a cabo importantes avances en el conocimiento. Después de 1930, la Sorbona fue perdiendo paulatinamente su autoridad en favor, entre otros, de nuevas empresas editoriales, como la Nouvelle Revue Française, donde según Debray «la familia espiritual», que abarcaba la intelectualidad y sus editores, puso su cabeza bajo la protección de un techo más hospitalario. Aproximadamente hasta 1960, escritores como Sartre, de Beauvoir, Camus, Mauriac, Gide y Malraux fueron de hecho la intelectualidad que había ido ganándole terreno al profesorado, en razón de que su obra abarcaba ámbitos ilimitados, su credo incluía la libertad, y su discurso estaba a medio camino entre la solemnidad eclesiástica anterior y la estridencia de la publicidad posterior».[2]

En torno a 1968 los intelectuales abandonaron en gran escala el redil de sus editores, y terminaron confluyendo en los medios de comunicación social: como periodistas, directores e invitados de debates publicas, asesores, gerentes, etcétera. En ese momento no sólo dispusieron de una gigantesca audiencia de masas, sino que el trabajo de toda su vida como intelectuales dependió de sus espectadores, de la aceptación u olvido que recibían de esos «otros» que se habían convertido en una audiencia exterior consumista sin rostro. «Al ampliar el área de recepción, los medios de masas han reducido las fuentes de legitimidad intelectual, rodeando la intelectualidad profesional, la fuente clásica de legitimidad, con círculos concéntricos más amplios que son menos exigentes y por lo mismo más fácilmente atraídos… Los medios de masas han echado por tierra el seto de la intelectualidad tradicional, juntamente con sus normas evaluativas y su escala de valores».[3]

Lo que describe Debray es una situación casi enteramente local francesa, resultado de la lucha secular entre las fuerzas seculares, imperiales y eclesiásticas en aquella sociedad a Partir de Napoleón. Es por lo tanto poco probable que el cuadro que él traza de Francia se pueda encontrar en otros países.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.