Por ti, mamá by Tania M. Rubio

Por ti, mamá by Tania M. Rubio

autor:Tania M. Rubio
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2019-07-08T22:00:00+00:00


TTT

Michael, al ver a Kelly tendida en el suelo, corrió impresionado, sin perder tiempo hacia ella y la rodeó con sus brazos. Se dio cuenta de que no reaccionaba y pudo ver a su lado en el suelo, una gran mancha de sangre. Rápidamente, la cogió en sus brazos y la metió en el asiento de atrás de su coche. Acto seguido, se dirigió con inquietud hacia el hospital.

—Vamos Kelly, aguanta —repetía una y otra vez Michael mirándola a través del retrovisor.

Una vez en el hospital, Michael entró a toda prisa en la entrada del hospital, con ella en brazos.

—¡Ayuda! —gritaba desesperado Michael en la entrada del hospital, mientras sujetaba a Kelly entre sus brazos.

Rápidamente, pudo ver como varios médicos salían a su encuentro, la ponían en una camilla y la pasaban para adentro, conduciéndola así por un blanco y largo pasillo. Michael se quedó frío en uno de los asientos de la entrada al hospital, oyendo la sirena de una ambulancia de fondo.

Mientras esperaba sentado y ausente, sentía miedo e incertidumbre. No saber qué estaba pasando con Kelly le generaba una tremenda y dolorosa angustia.

Pasadas casi dos horas, Michael, seguía esperando sentado en el mismo lugar, con la mirada perdida y completamente ajeno, deambulando entre sensaciones.

Cuando ya llevaba casi dos horas y media esperando, se levantó de la silla, y fue hacia una chica morena que había en el mostrador de recepción.

—¿Sabéis algo de la chica de cabellos marrones que ha venido esta mañana con un fuerte golpe en la cabeza? —dijo Michael pálido.

—Y, ¿quién eres tú? —dijo la chica de recepción.

—Soy quien la ha traído.

La chica de recepción no le pudo contestar, no tenía ninguna información sobre Kelly.

Desesperado se llevó las manos a la cabeza, miró hacia arriba, exhaló y se volvió a sentar a esperar en la silla.

Tras varios minutos agónicos y agotado de continuar esperando sin tener noticias, Michael vio pasar a uno de los médicos que la habían llevado para adentro en camilla y sin pensárselo dos veces, corrió hacia él.

—¿Cómo está Kelly? —dijo Michael.

—¿Quién? —dijo extrañado el médico.

—La chica que pasaste en camilla esta mañana, con un fuerte golpe en la cabeza.

—Está en una habitación aislada, siendo en todo momento vigilada, su situación es muy crítica.

—¿Puedo verla? Por favor —pidió Michael suplicante.

El médico accedió ante los ojos de dolor de Michael y le guió hasta una zona en la que había unas diez habitaciones iguales.

—Es en esa de ahí —dijo señalando el médico a la número tres.

Michael, en ese momento entró a una habitación a oscuras, con una única iluminación que venía de los cristales que había en frente. Se asomó por los cristales, y vio a Kelly tumbada en la cama, completamente intubada. Michael, destrozado quiso entrar adentro, pero se dio cuenta de que no podía. Tenía que conformarse con mirarla desde los cristales.

Michael tocó con fuerza los cristales y se dio cuenta de que Kelly no reaccionaba. Dejó caer sus manos por el cristal y no pudo evitar las lágrimas. Se sentía



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