Corazones en llamas by Carla Neggers

Corazones en llamas by Carla Neggers

autor:Carla Neggers [Neggers, Carla]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T00:00:00+00:00


10

Straker ató su bote al muelle de Emile a primeras horas de la tarde. El sol estaba bajo sobre el firmamento y el aire era fresco. Había decidido tener una conversación sensata con las hermanas St. Joe, pero cuando se acercó a la casa de Emile, vio que su coche había desaparecido.

No se sintió aliviado. Sabía que no habían regresado a Camden. Estaban completamente decididas a encontrar a su abuelo. Las había visto remando en la bahía a mediodía, probablemente para ver si podían averiguar dónde estaba Emile. Dudaba que hubieran conseguido más que él, lo que era un peligro en sí mismo. Estar ociosas no era algo que ninguna de las dos hermanas hiciera con gusto.

Ni él tampoco, a pesar de que su propia ociosidad hubiera servido para algo. Se había pasado la mañana en las rocas en las que Riley encontró el cadáver de Sam Cassain. Había escuchado el viento y había sentido cómo se le relajaba la mente y dejaba de enfrentarse a los interrogantes, las frustraciones y las tentaciones. ¿Habría pasado algo por alto? Aquella era la pregunta que no dejaba de hacerse una y otra vez. De algún modo, el cadáver de Sam Cassain había terminado en Labreque Island mientras él, un agente del FBI, estaba allí. ¿Habría pasado por alto un sonido, una luz, un movimiento que no recordara… algo desde el momento en el que el cuerpo apareció en la isla?

Emile tenía razón. Las corrientes no habían empujado a Sam Cassain a la costa. Alguien lo había llevado allí. Su asesino. Alguien que lo había encontrado muerto y había sentido pánico. Alguien que había tomado la decisión fría y calculadora de llevar el cuerpo a la isla para avergonzar a Emile o hacer que las sospechas recayeran sobre él.

Cassain se había ahogado después de que alguien le diera un golpe en la cabeza. El golpe no había sido accidental. Se podría haber caído al agua o alguien podría haberlo empujado. Alguien podría haberlo encontrado allí, ya muerto, y haber preferido no tener que ser el que explicara la muerte a las autoridades.

Mientras estaba sentado en las rocas, a Straker no se le ocurrió nada en particular. No tenía ni respuestas ni soluciones. La muerte de Sam Cassain y el hecho de que alguien llevara su cuerpo a Labreque Island había sido una violación de los seis meses que Straker llevaba allí, tal vez de la isla en sí misma. Había llegado el momento de enmendar las cosas.

Aquella tarde, se encontró con su padre y otros langosteros en una de las nasas que tenían para las langostas. Sabían que Straker no había ido allí solo para charlar. Bromearon con él para que dejara el FBI y fuera a pescar langostas con ellos y le pidieron, sin éxito, que les mostrara las cicatrices de las balas. Straker, por su parte, dirigió la conversación sin mucha sutileza a los días anteriores a que apareciera el cuerpo de Cassain en la isla. Cassain era otro marino y ellos se habían tomado su muerte personalmente, lo sabían todo sobre la tragedia del Encounter.



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