Necesario pero imposible by Javier Gomá Lanzón

Necesario pero imposible by Javier Gomá Lanzón

autor:Javier Gomá Lanzón [Gomá Lanzón, Javier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2013-09-15T00:00:00+00:00


UN DIOS DESCONCERTANTE

El profeta de Galilea, ya se ha dicho, no mostró especial interés por el pasado, ni siquiera por los épicos sucesos de su historia nacional que dieron a Israel su conciencia de pueblo elegido, y en lugar de ello su mensaje se orientó hacia los inminentes acontecimientos venideros. El Dios que lo envió a recorrer Galilea y predicar la buena noticia de la llegada del reino no es el Dios situado en el origen del mundo y de la historia —como en la filosofía o la religión—, sino el Dios que promete algo al final del mundo y de la historia.

Con todo, el modo en que Dios cumple sus promesas —y, en general, el estilo de su relación con el mundo y los hombres— merece calificarse de desconcertante. Moisés guio al pueblo judío hasta la tierra prometida pero, una vez instalado en ella, dicha tierra distó mucho de ser el paraíso de paz y prosperidad que imaginaron toda vez que, tras un momento de esplendor durante el rey David, el reino de Israel fue sucesivamente sometido y oprimido a lo largo de los siglos por los imperios vecinos (babilónico, helénico, romano). Tras el exilio, los profetas vaticinaron la aparición gloriosa de un Mesías ungido, un caudillo militar que liberaría a Israel de la humillante dominación extranjera y restauraría el esplendor de la casa de David, pero lo que, en cambio, llegó fue un manso predicador que entró en Jerusalén subido a un pollino y a quien unos días más tarde crucificó una conspiración concertada entre el poder político romano y el poder religioso judío. A su vez, este Mesías pacífico proclamó un gran cambio escatológico, un nuevo cielo y una nueva tierra, pero, una vez más, el reinado de Dios no vino como predijo ni tuvieron lugar los anunciados acontecimientos apocalípticos. El mundo permanece bajo el imperio de la injusticia: los hombres sufren y mueren como antes de su misión escatológica. Dios no actuó en ninguno de estos casos como se esperaba y esta inacción produjo siempre un gran desconcierto entre los fieles.

A Dios se le ha reprochado tanto su acción a través de los hechos de la naturaleza —tormentas, volcanes en erupción, rayos celestes, terremotos— como su omisión ante la barbarie producida por la libertad humana.

Respecto a lo primero, Dios es el creador del mundo y responde por lo que este hace sin concurso humano, como los grandes cataclismos naturales; así, el terremoto de Lisboa de 1755 inspiró a un horrorizado Voltaire el célebre Poème sur le désastre de Lisbonne en el que denuncia lo que él denominó la filosofía del tout est bien de Leibniz y Pope, su teodicea[170]. La secularización científica liberó a Dios de responsabilidad por el dolor humano causado por la naturaleza porque se ha comprobado que esta sigue su propio curso conforme a leyes autónomas.

Pasando de la naturaleza a la historia humana, ¿dónde estaba Dios cuando en Auschwitz la libertad humana descendió a un abismo de iniquidad? ¿Por qué no lo detuvo? Aquí no se le censura su acción sino su inacción.



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