Mundodisco 16 - Soul Music by Terry Pratchett

Mundodisco 16 - Soul Music by Terry Pratchett

autor:Terry Pratchett
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Humor
ISBN: 9780061805752
editor: Plaza & Janés
publicado: 2009-10-12T22:00:00+00:00


Había transcurrido una hora.

Ridcully se aburría y había enviado a Tez el Terrible a las cocinas para que trajese algo de picar. Ponder y los otros dos habían estado muy ocupados alrededor del recipiente, haciendo cosas raras con alambres y bolas de cristal. Y ahora...

Había un alambre estirado entre dos clavos encima del banco. El cable, hecho un borrón, tañía un ritmo muy interesante. Había unas grandes líneas curvas de color verde suspendidas en el aire por encima de él.

—¿Qué es eso? —preguntó Ridcully.

—Eso es el aspecto que tiene el sonido —dijo Ponder.

—El aspecto que tiene el sonido, ¿eh? —dijo Ridcully—. Vaya, eso sí que es nuevo. Nunca me había fijado en que el sonido tuviera ese aspecto. Conque para esto es para lo que utilizan ustedes la magia, ¿eh, muchachos? ¿Para mirar el sonido? Oigan, en la cocina tenemos un queso bastante bueno. ¿Qué le parece si vamos a allí y escuchamos cómo huele?— Ponder suspiró.

—Esto es lo que sería el sonido si sus orejas fueran ojos, archicanciller —repuso.

—¿De veras? —soltó Ridcully alegremente—. ¡Asombroso!

—Parece muy complicado —dijo Ponder—. Simple cuando lo miras desde cierta distancia y muy complicado cuando te acercas. Es casi como si...

—Como si estuviera vivo —dijo Ridcully con firmeza.

—Ejem...

Era aquel al que llamaban Skazz. Parecía pesar cosa de unos cuarenta kilos y lucía el corte de pelo más interesante que Ridcully hubiera visto jamás, ya que consistía en un flequillo largo hasta los hombros que le circundaba toda la cabeza. La punta de su nariz asomando era lo único que le decía al mundo hacia dónde tenía vuelta la cara Skazz. Si alguna vez le salía un furúnculo en la nuca, la gente pensaría que andaba al revés.

—¿Sí, señor Skazz? —dijo Ridcully.

—Ejem. En una ocasión leí algo acerca de esto —dijo Skazz.

—Extraordinario. ¿Cómo se las arregló para hacerlo?

—¿Ha oído hablar de los Monjes Oyentes que viven allá arriba en las Montañas del Carnero? Pues dicen que en el universo hay un ruido de fondo, una especie de eco de algún sonido.

—Me parece razonable. Cuando todo el universo se puso en marcha, seguro que hubo un gran «bang» —expuso Ridcully.

—El ruido tampoco tuvo que ser tan intenso —dijo Ponder—. Bastaría con que estuviera en todas partes al mismo tiempo. Yo también leí ese libro. Lo escribió el viejo Riktor el Contador. Decía que los monjes todavía lo están escuchando, que el sonido nunca se desvanece del todo.

—Pues a mí me suena a muy ruidoso —protestó Ridcully—. Tiene que ser fuerte para que se oiga a cualquier distancia. Si el viento sopla en la dirección equivocada, aquí ni siquiera se oyen las campanas del Gremio de Asesinos.

—No es necesario que fuera un ruido muy intenso para que se oyera en todas partes —dijo Ponder—. La razón es que en ese momento «todas partes» se encontraba en un solo lugar.

Ridcully le lanzó la clase de mirada que reciben los ilusionistas cuando acaban de sacarse un huevo de la oreja.

—¿«Todas partes» estaba en un solo lugar?

—Sí.

—Y entonces, ¿dónde estaba todo lo demás?

—Eso también se encontraba en un solo lugar.



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