Mientras respire by unknow

Mientras respire by unknow

autor:unknow
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2014-08-01T00:00:00+00:00


* * *

Zoe volvió al presente. Hacía demasiado calor. Sudaba en exceso.

—Me estoy comenzando a desesperar también —esta vez fue ella quien tuvo un acceso de agobio por el encierro. Volvió a la orilla de la cortina buscando aire. Nada. Se quitó la ropa superior y cerró los ojos, jadeante de reconquistar la serenidad que parecía estar emprendiendo la retirada cada vez con más denuedo.

Volvió a sentarse. Resopló.

La historia de Ana no había terminado.

19

Los días que siguen a la muerte de mi tío hay grandes cambios. Vacío mi ropero de esas camisas gigantes y masculinas. Me deshago de los pantalones amplios. Suelto mi pelo y le robo a mamá un poco de maquillaje. Me convierto en una mujer. Pero el resultado no es del todo positivo. Soy una chica gris; al menos así me veo; así me siento.

Y es que cuando mi alma se separaba de mi cuerpo, de alguna forma yo estaba protegida, pero al momento en que dejé de desdoblarme, se mezclaron candor y suciedad en la misma persona.

Una tarde, tomo todos los relojes de la casa, los meto en una mochila y voy al cementerio; a la tumba del tío. Los arrojo sobre ella, los piso, los pateo, busco un palo y comienzo a golpearlos, hasta que solo quedan añicos de los mecanismos que alguna vez hicieron tic tac.

Al día siguiente voy con mi tía, quien vive en la casa contigua a la nuestra, pero comunicada por una puerta interior como algunas habitaciones de los hoteles; la saludo y le cuento todo lo que su marido me hizo. “Ya se murió, mejor no jugar con la memoria de los muertos”, esa es la respuesta. Pienso que me gustaría tener puños para dejar en el rostro de mi tía las mismas marcas que su marido dejó en mí.

Atravieso la puerta que conecta la casa de mi tía con la nuestra y encuentro a mi madre desesperada por el robo de los relojes; pregunta una y otra vez. Yo me río. Adivina que los tomé. Cree que los vendí o empeñé.

Llega mi tía. Escucho a mi madre hablando con ella. Mi tía le comparte el secreto que ha descubierto. Mamá se asombra, pero después asiente. Las dos hermanas parecen muy amigas, muy cómplices. Oigo a mamá decir que no se preocupe. Que ella verá cómo hacerme callar para que yo no amenace la paz de nuestra familia…

Salgo de la casa pensando: Ya tengo dieciocho años; soy mayor de edad. Debo tomar las riendas de mi destino. Decido hacerlo.

Le sonrío a un chico que veo en la parada de autobuses; él me devuelve la sonrisa; por primera vez estoy seduciendo a un hombre. Se acerca y me invita una cerveza. Se llama Javier. Es guapo. Nunca antes me había visto; ni yo a él; eso está bien, porque mis amigos habituales no pueden borrar de su mente el aspecto marimacho que mantuve por años, y no les gusto. Pero Javier me mira con ojos nuevos, y le agrado. Quedamos en vernos más tarde.



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