La vida secreta de tu alcachofa de ducha by América Valenzuela

La vida secreta de tu alcachofa de ducha by América Valenzuela

autor:América Valenzuela [Valenzuela, América]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Tecnología
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-01T00:00:00+00:00


La vitamina D se obtiene de dos formas. Una, a través de la comida, como casi todas las vitaminas. Los alimentos ricos en este nutriente son los huevos, los pescados azules y grasos (trucha, salmón, sardina, caballa…), las setas, los lácteos grasos (mantequilla, queso, leche entera…) y también los ALIMENTOS ENRIQUECIDOS, como leches desnatadas y cereales. Pero no todo es comer: la dieta solo aporta a nuestro cuerpo el 20 % o menos de la vitamina D que necesita.

El 80 % restante lo conseguimos tomando el sol. Con que nos dé el sol directo 15 o 20 minutos en los brazos y las piernas dos o tres días a la semana es suficiente.

LAS BACTERIAS SON LAS CULPABLES DE QUE EL SUDOR HUELA MAL

El sudor no huele. Es una solución acuosa con sales, azúcares, ácido láctico, aminoácidos, urea y alguna proteína. Lo producen las glándulas sudoríparas ecrinas. El que se excreta en las axilas, pies y pecho es distinto, es un líquido lechoso y denso cargado de materia grasa y moléculas vinculadas con las hormonas sexuales. Lo produce las glándulas sudoríparas apocrinas, que se sitúan en áreas con muchos FOLÍCULOS CAPILARES, como en el cuero cabelludo, las axilas y la ingle. Tampoco huele.

Las bacterias presentes en la piel (sobre todo en las axilas) son las que, al descomponer el sudor, dan lugar a nuevas moléculas volátiles y bastante olorosas.

Cada persona tiene una comunidad bacteriana diferente en las axilas, por eso algunas huelen fuerte y desagradable, mientras que otras tienen un olor suave y llevadero.

CUANDO EL OLOR CORPORAL SE CONVIRTIÓ EN ALGO VERGONZOSO

El primer desodorante superventas lo creó a principios del siglo XX un cirujano estadounidense para evitar que le sudaran las manos durante las operaciones. Su hija, la estudiante de instituto EDNA MURPHEY, lo convirtió en una necesidad. Consiguió transformarlo en un artículo de higiene imprescindible. Fundó una empresa y lo patentó con el nombre de Odorono («olor no» en español).

Al principio lo promocionó mediante el puerta a puerta, pero no tuvo ningún éxito. Nadie quería comprar el extraño producto. Poca gente necesitaba enmascarar su olor corporal. Quienes lo hacían solían lavarse con jabón y perfumarse. Además, la mayoría de la población trabajaba en el campo y consideraba el olor a sudor como parte natural del día a día.

La clave para hacer del desodorante un superventas fue estigmatizar el olor corporal, lograr hacer creer a la gente que el olor a sudor era vergonzoso. Murphey contrató a la agencia neoyorkina de publicidad J. Walter Thompson y lanzó una campaña en 1912, DIRIGIDA A LAS MUJERES, que llevó el desodorante al estrellato. En sus anuncios aseguraban que nadie te lo iba a decir directamente, pero lo pensaba y por eso la gente se alejaba de ti: hueles mal y por eso no le gustas a los hombres. Como en aquella época hablar de cualquier fluido humano se consideraba demasiado íntimo e indecoroso, en los anuncios citaban el olor corporal por sus siglas (B. O., body odour).

Poco después, tras la Gran Depresión, le llegó el turno a los hombres.



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