La sirena negra by Emilia Pardo Bazán

La sirena negra by Emilia Pardo Bazán

autor:Emilia Pardo Bazán [Pardo Bazán, Emilia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 1908-01-01T05:00:00+00:00


— X —

Cuando retraso la hora de levantarme y me dejo estar arropadito en la cama, hay días en que experimento una impresión como de hogar, hogar mío, propio. Es que me traen al niño para que me acaricie…

Solís se encarga de esta ceremonia, incompatible con el pudor de la inglesa. El niño se me presenta ya hecho una lechuga, oliendo al jabón Pears y a los vinagres caros y deliciosos que he mandado venir para su tocadorcito. Trepa por mi cama arriba y me abofetea a sus anchas, hartándome de mimos zalameros. Yo, riendo, procuro despertar en mi corazón el abandono de confianza, la ceguedad amorosa que inspiran los hijos de nuestra carne. El día en que noto a manera de una pared invisible entre la criatura y mi alma; el día en que a pesar mío, murmuro sordamente «esto es una comedia de familia», estoy de murria la mañana entera.

Ha sido siempre uno de mis padecimientos íntimos, de que no es posible quejarse y no veo medio de remediar, este defecto o este exceso en mi funcionamiento cerebral: la repetición de ciertas frases insignificantes, mezquinas, por lo común irónicas contra mí mismo, que se me clavan en el magín y que, como cansados estribillos, repito sin voz, mudamente, con insistencia insufrible. Ignoro por qué se produce el fenómeno, e ignoro como contrarrestarlo. Hay coplejas de sainete; trozos de música murguista; cláusulas tontas de conversaciones ajenas; dichos, por ejemplo, de Camila, de cuya obsesión no acierto a verme libre. En mi involuntaria cerebración entran también los nombres raros, motes y apodos que doy, sin querer, a cosas y personas —y por los cuales las conozco, interiormente, mientras olvido sus nombres verdaderos—. Lo de la comedia de familia lo tengo ahora metido en no sé qué casilla, sin acertar a desalojarlo. Cuando presido la mesa observando los movimientos de Rafael y admirando el minucioso esmero con que Annie le hace comer limpiamente y corrige sus menores defectos de tenue; cuando, servido el café, me arrimo a la lumbre encendida, y el niño, a pasito corto, se me acerca y pone sus labios en mi mano, balbuceando la primer frase británica: Bless my good father… todo este gracioso aparato de ternura y respeto despierta la voz sorda, la voz muda: «¡Comedia de familia!»

—¿Acaso —discurro— no hay algo de comedia, no hay un histrionismo involuntario en los actos más serios y más sinceros de la vida? ¿No preparamos con arte (y qué es el arte sino perpetua comedia) las protestas de amor, las demostraciones de amistad y hasta las manifestaciones del dolor, que debieran ser tan inconscientes como el grito que el mismo dolor arranca? ¿Dónde está la santa inconsciencia? ¿Dónde el olvido de nosotros mismos?

De estas cosas y de otras converso con Solís. Como deseo conocerle bien, prescindo con él (en cierto límite) de mi reserva. Se ha roto entre nosotros el hielo; hasta discutimos; y, sin embargo, no nos une ningún vínculo de afecto: nuestra comunicación es del corazón para arriba, en absoluto.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.