Jasmine y Logan by Daniela Gesqui

autor:Daniela Gesqui [Gesqui, Daniela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-02T00:00:00+00:00

6

Jasmine

—¿Era necesario vendarme los ojos? Sé exactamente hacia dónde estamos yendo —Violet protesta, inquieta. En Silvertown hay un solo bar y es propiedad de Leo Foster. Claramente, no es el tipo de lugar en el que quisieras que un tipo musculoso y embadurnado en aceite menee su pelvis delante de nuestros rostros para celebrar una despedida de solteras.

Continúo manejando hacia Austin ignorando que la boca de mi hermanita sabelotodo se mueve sin parar.

A diferencia de mis tres hermanas —dos embarazadas y una amamantando—, yo sí puedo beber alcohol y esta misma noche pretendo que mi borrachera sea épica.

Dahlia tomará el volante a nuestro regreso y nunca estuve tan contenta de participar en un evento como este.

Algunas amigas que ha coleccionado Violet durante su carrera como competidora de NASCAR y las chicas del salón de belleza de nuestro pueblo nos esperan dentro del bar. La música escapa de las paredes y la fila para entrar al enorme lugar es extensa.

La marquesina es llamativa. Boulevard Dance se ha convertido en un lugar de vanguardia para las que venimos de pueblos chicos, como nosotras.

—Mira a esas perras —sisea Magnolia señalando a unas muchachas atléticas, con tacos escandalosamente altos y brillos por doquier mientras buscamos un lugar donde estacionar.

—Tú no te quedas atrás, eres una mamá sexi. —Silbo. Su vestido plateado ajusta su abultado vientre y, aunque su calzado tiene poca altura, es una embarazada muy caliente.

Yo, sin embargo, me he puesto una falda negra de cuero que apenas cubre mi trasero, una blusa blanca holgada y unas sandalias de estilo romano; siendo honesta, lo único que declara guerra en mi atuendo. El resto no es nada revelador o atractivo en absoluto.

Como mi ánimo.

«Esta noche se trata de pasarla bien y gritar hasta que la garganta arda, ¿estamos?», me dijo Dahlia al recogerme. Asentí con las lágrimas arremolinándose en mis ojos, rogando porque el alcohol barriera mi desazón.

—¿Podrían quitarme esta cosa de los ojos? —Bajo a Violet de la camioneta cuando conseguimos aparcar algunas calles abajo.

—No tendría gracia —afirma Magnolia, batiéndose el cabello un poco más.

Trabo el brazo de nuestra hermana menor con el mío e intento que camine sin que parezca un potrillo recién nacido.

En la puerta de Boulevard Dance, Magnolia se acerca al hombre enorme de seguridad, bate sus pestañas y toca su abdomen. El tipo la mira y, sin emitir una sola mueca, levanta la cuerda roja que separa la fila de la gente con reserva —como nosotras— y las que esperan tener la fortuna de pagar su ticket de entrada.

—¿Por qué tanto misterio? ¿De dónde sale esa música? —Violet gruñe sumamente fastidiosa—. ¿Cómo convencieron a Leo de festejar mi despedida de soltera en su templo de la bebida? ¿Esa que suena es Beyoncé? —Su cabeza gira de un lado al otro buscando respuestas y con la barbilla ligeramente elevada.

—Creo que tu brújula está averiada, linda —le susurro bien cerca del oído.

—A… ¿adónde estamos, entonces? —pregunta por vigésima vez y, de pie frente al escenario, Dahlia le quita la venda, permitiéndole ver a su alrededor.

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