Fotografiar del natural by Henri Cartier-Bresson

Fotografiar del natural by Henri Cartier-Bresson

autor:Henri Cartier-Bresson [Cartier-Bresson, Henri]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Arte
editor: ePubLibre
publicado: 2002-12-31T16:00:00+00:00


Los últimos días del Kuomintang. Pekín. 1949

Encontré Shanghai sumida en pleno desorden. Me marché de allí para acompañar a unos budistas que iban en peregrinación por la paz a los santuarios de Hang-tcheou. Fue allí donde me entere de que el frente se estaba aproximando al Yang-tsé.

Me apresure a dirigirme a Nankin, capital del Kuomintang. Era una verdadero «sálvese quien pueda» de los militares, que las más de las veces se hacinaban en carretillas con sus familias y sus hatillos. La inminencia del paso de las tropas comunistas por el río Yang-tsé se percibía en el ambiente.

La revista Life, al saber que había llegado a Hong Kong en el navío británico La Amatista, que en esos momentos se hallaba anclado en el Yang-tsé, me telegrafió para que pidiera autorización para fotografiar el paso de las tropas comunistas desde el puente del barco. Se me ocurrió comentárselo a nuestro agregado militar junto a Tchang Kai-chek, el coronel Guillermaz (futuro embajador de Mao Tse Tung), quien me dijo: «No tengo ningún consejo que darle, pero le diría, por su bien, que se abstenga». Y en buena hora, pues los comunistas se apresuraron a hundir el aviso.

Pude continuar con mi trabajo de fotógrafo, ya que los comunistas autorizaban a los extranjeros a ejercer sus oficios y fui testigo de la enorme curiosidad de la población de Nankin, —pequeños comerciantes y hombres de negocios, llena de una bondad tradicional—, atónita, aunque inquieta, ante la llegada, a pie, de ese ejército espartano de campesinos procedentes del Norte, equipados rudimentariamente y que no hablaban el mismo dialecto que ellos. Los soldados iban cantando sus tres mandamientos: 1. «No cojas ni hilo ni aguja». 2. «Considera al pueblo como tu familia». 3. «Todo lo que te hayas llevado, debes devolverlo». Les aclamaban aunque no sin una cierta inquietud ya que, en China, se ha considerado siempre a los soldados como saqueadores que viven de los demás, por lo cual, se desprecia el oficio de militar.

Se había decretado el bloqueo pero vino un paquebote a embarcar a los extranjeros que desearan abandonar el país. Antes de mi partida, tuve que presentar mis últimas fotografías a la censura. Ninguna de ellas suscitó objeciones de consideración. Embarqué, pues, a finales de septiembre de 1949 en Shanghai y llegué unos días después a Hong Kong. Allí terminaría, transcurridos diez meses, mi primer viaje a China y su diario fotográfico.

1954

El organismo de Relaciones Culturales chinas me invitó a visitar de nuevo China de norte a sur y de este a oeste durante varios meses con motivo del décimo aniversario de su toma del poder. Estaban en el «Gran Salto Adelante», la industrialización: alcanzar a Inglaterra. Se podía haber previsto ya el advenimiento de la Revolución Cultural.

Estaba en Nankin en 1949 cuando el ejército de liberación entró en la ciudad. Por aquel entonces tuve la impresión de que en esos hombres se mantenía aún ese ideal que le dio prestigio a esa inmensa epopeya que había supuesto la Larga Marcha. Hoy en día,



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.