Fantasmas by Dean R. Koontz

Fantasmas by Dean R. Koontz

autor:Dean R. Koontz
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Terror
publicado: 1983-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO 25

Preguntas

El cabo Billy Velázquez, uno de los integrantes de las tropas de apoyo del general Copperfield, se introdujo por la boca de acceso a las alcantarillas. Aunque apenas había tenido que esforzarse, jadeaba al respirar. Porque estaba asustado.

¿Qué le había sucedido al sargento Harker?

Los demás habían vuelto con aspecto desconcertado. El viejo Copperfield decía que Harker estaba muerto. Y que no estaban muy seguros de qué había matado al sargento, pero que se proponían descubrirlo. ¿Qué significaba todo aquello? Seguro que sabían qué le había matado. Sólo que no querían decirlo. Era una actitud típica de todos los que lucían estrellas: de cualquier cosa hacían un secreto.

La escalerilla descendía un corto tramo en vertical hasta el conducto principal, horizontal. Billy llegó al fondo y sus botas hicieron un ruido potente y seco al posarse en el suelo de Cemento.

El túnel no tenía la altura suficiente para permitirle caminar erguido. Se agachó un poco e iluminó el conducto con su linterna.

Unas paredes de cemento gris. Las conducciones de las compañías eléctrica y telefónica. Un poco de humedad, algm^ hongos aquí y allá. Nada más.

Billy se apartó de la escalerilla mientras Ron Peake, otro miembro de las tropas de apoyo, seguía sus pasos.

¿Por qué no habían traído consigo, por lo menos, el cuerpo de Harker al regresar del supermercado?

Billy continuó moviendo la linterna a un lado y otro mientras miraba detrás de él con aire nervioso.

¿Por qué había insistido tanto aquel viejo Copperfield en que tuvieran cuidado y estuvieran alerta allí abajo?

—¿De qué se supone que debemos tener miedo? —le había preguntado Billy.

—De cualquier cosa. De cualquier —había insistió Copperfield—. No sé con exactitud si hay o no peligro. Y, aunque lo haya, no sé exactamente qué decirles que busquen. Tengan muchísimo cuidado. Y si algo se mueve ahí abajo, por inocente que sea su aspecto, aunque sólo sea un ratón, muevan el culo y salgan de ahí inmediatamente.

¿Qué diablos de respuesta era aquélla? ¡Jesús!

Estaba helado de miedo.

Billy deseó haber tenido ocasión de hablar con Pascalli o Fodor. Ésos no llevaban galones ni esas malditas estrellas. Seguro que le habrían contado con todo detalle lo sucedido con Harker… si hubiese tenido la oportunidad de preguntárselo.

Ron Peake alcanzó el fondo de la escalerilla y se volvió hacia Billy con una mirada nerviosa.

Velázquez movió su linterna barriendo con su haz de luz cada rincón para mostrarle a su compañero que no había nada de qué preocuparse.

Ron conectó también su linterna y sonrió con cierta timidez, como avergonzado de estar tan inquieto.

Los hombres de arriba empezaron a pasar un cable eléctrico por la boca de acceso abierta. El cable conducía hasta los dos laboratorios móviles, que estaban aparcados a unos metros de la entrada a la alcantarilla.

Ron tomó el extremo del cable y Billy, avanzando un poco encogido, abrió la marcha hacia el este. Arriba, en la calle, los demás hombres continuaron introduciendo cable por la abertura.

Aquel túnel debía cruzarse con otro del mismo tamaño o aún mayor que corría por debajo de la calle principal, Skyline Road.



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