Factotum by Charles Bukowski

Factotum by Charles Bukowski

autor:Charles Bukowski [Bukowski, Charles]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1975-01-01T05:00:00+00:00


49

En el almacén de repuestos trabajaba cada vez menos. El señor Mantz, el dueño, se acercaba hasta el oscuro rincón donde yo estaba agachado poniendo con desgana nuevas piezas en los estantes y me preguntaba:

—Chinaski, ¿se encuentra bien?

—Sí.

—¿No está enfermo?

—No.

Entonces Mantz se alejaba. La escena se repitió una y otra vez con mínimas variaciones. Una vez me sorprendió haciendo un dibujo del callejón, de vuelta de uno de mis recados. Mis bolsillos estaban repletos de dinero de apuestas. Las resacas no eran tan malas, teniendo en cuenta que eran causadas por el mejor whisky que el dinero podía comprar.

Seguí allí dos semanas más recibiendo mis cheques. Entonces, un miércoles por la mañana, Mantz me esperó plantado junto a la línea central de repisas cercana a su oficina. Me llamó con un gesto. Cuando entré en su oficina, había vuelto a sentarse detrás de su escritorio.

—Siéntese, Chinaski.

En el centro del escritorio había un cheque, puesto boca abajo. Cogí el cheque deslizándolo por la mesa de cristal y me lo guardé en la cartera sin mirarlo.

—¿Sabía ya que íbamos a despedirle?

—No, pero a los patrones no cuesta mucho adivinarles las intenciones.

—Chinaski, no ha dado golpe en todo el mes, y lo sabe.

—Un hombre se rompe el alma trabajando y ustedes no lo aprecian.

—Usted no se ha estado rompiendo el alma, Chinaski.

Me quedé mirándome los zapatos durante un rato. No sabía qué decir. Entonces le miré.

—Le he estado dando mi tiempo. Es todo lo que tengo que dar, es todo lo que un hombre tiene. Por un cochino dólar cada cuarto de hora.

—Acuérdese de que nos suplicó por este trabajo. Dijo que el trabajo era su segundo hogar.

—…dándole mi tiempo para que usted pueda vivir en su mansión en lo alto de la colina y tener los lujos que desee. Si hay alguien que haya perdido en este trato, en este puto arreglo… ese he sido yo, ¿entiende?

—Está bien, Chinaski.

—¿Está bien?

—Sí. Váyase.

Me quedé allí de pie. Mantz estaba vestido con un conservador traje marrón, camisa blanca y corbata rojo oscura. Traté de acabar la discusión con algo tajante.

—Mantz, quiero mi seguro de paro. No quiero tener ningún problema con eso. Ustedes siempre están tratando de arrebatarle a un obrero sus derechos. Así que no me ponga ningún problema o volveré aquí y se las tendrá que ver conmigo.

—Conseguirá el subsidio. ¡Ahora lárguese de una puñetera vez!

Me largué de una puñetera vez.



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