Este virus que nos vuelve locos by Bernard-Henri Lévy

autor:Bernard-Henri Lévy [Lévy, Bernard-Henri]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2020-06-30T16:00:00+00:00

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LA VIDA, DICEN

* * *

Vuelvo a pensar en el personal sanitario.

La otra noche, mientras, como todo el mundo, estaba hipnotizado por las imágenes en bucle de esas mujeres y hombres tan admirables que batallan contra la enfermedad y salvan vidas, me vino a la mente una extraña versión del Talmud, que escuché hace mucho tiempo de los labios de Emmanuel Levinas, en una de las últimas visitas que le hice: «El mejor de los médicos irá al infierno».

He conseguido encontrar el texto del que surge la cita.

Es del Tratado Kidushín, 82a.

Es el rabino Yehuda hablando en nombre de Abba Gurya.

Dice literalmente, al final de un vertiginoso diálogo lleno de sutileza, paradojas superpuestas y, como suele ocurrir en el Talmud, de humor: «El mejor de los médicos, merece ir a la Gehena [infierno]».

¿Qué querría decir eso?

¿Cómo podía un maestro del Talmud enunciar semejante dislate?

¿Era ironía?

¿Provocación?

Y, sobre todo, sabiendo la cantidad de grandes médicos que no solo el pueblo judío, sino, en el otro extremo, el mundo de la erudición le ha dado a la humanidad; cuando recordamos que Maimónides era médico de la corte del sultán de Egipto; que Ovadia ben Jacob Sforno, el rabino italiano del Renacimiento conocido por sus comentarios del libro de Jonás, del libro de Job y del Eclesiastés, era médico en Roma; cuando pensamos en que Alejandro Borgia y Julio II nunca hubieran dejado su cuerpo episcopal y augusto en otras manos que no fueran las del rabino Samuel Sarfati; cuando pensamos en Francisco I, prisionero de Carlos V, corroído por la sífilis, agonizando y reclamando un médico judío, y luego otro, ya que el primero era marrano, ¿cómo entender una fórmula tan contraintuitiva y, para la sensibilidad de hoy, casi insoportable?

Consulté las obras de Rachi: todo médico, dice, comete errores y abusa de su poder; que sea «mejor» hace que su falta sea todavía más inexcusable, por eso, al infierno ha de ir.

En Meiri, rabino catalán del siglo XIII, amante de las ciencias y de las luces: el mejor médico acaba operando sin estar seguro de que la intervención sea necesaria y, por ende, abusa de su saber, por eso, también ha de ir al infierno.

En Maimónides, el talmudista absoluto: el mismo médico, con el mismo tratamiento, puede curar a una persona y matar a otra, otra razón para ir al infierno.

Me topé con un comentario de Jacob Ben Asher, legislador del siglo XIV, pilar de la sabiduría rabínica: quien va al infierno es aquel que estaba destinado a ser el mejor médico del mundo pero que se ha zafado de su misión y ha decidido tomar una carrera diferente; de nuevo, al infierno.

Pero en el Maharal de Praga fue donde encontré la explicación más minuciosa y, a fin de cuentas, más esclarecedora: 1. El mejor médico es aquel que se entrega, con una pasión sin límites, al examen, la higiene y la curación del cuerpo; 2. Ese cuerpo, el cuerpo solamente, el cuerpo, enfermo o sano, aunque pasemos por alto que ha sido el

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