Entre acordes (Spanish Edition) by Helena Nieto

Entre acordes (Spanish Edition) by Helena Nieto

autor:Helena Nieto [Nieto, Helena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
editor: Nowevolution
publicado: 2017-06-09T06:00:00+00:00


Una hora después, cuando ya estaban en casa y Diego se había puesto a ver la televisión, él cerró la puerta de la cocina y se encaró con ella.

—No vuelvas a desautorizarme delante de Diego. Yo soy quien lo está educando. Tú solo lo ves de vez en cuando. Es muy fácil para ti concederle todos los caprichos y ceder a todo lo que te pide. Así que no vuelvas a hacerlo —dijo Álex enfadado.

Ella se puso furiosa y le replicó. Se enzarzaron en una discusión acerca de la decisión de enviarlo al comedor del colegio ese curso. Los dos querían tener razón. Diego pudo escuchar las voces desde el salón. Se levantó y cerró la puerta con un sonoro portazo. No quería oírlos discutir. No estaba acostumbrado a las discusiones, y no le gustaba el tono de enfado que había detectado en ambos. Sabía que reñían por su causa, y se sintió mal. Él deseaba que estuvieran juntos. Si le hubieran pedido que expresara su mayor deseo, sería ese. Que su madre no tuviera que irse y poder vivir los tres, como los padres de sus amigos. Sintió ganas de llorar, pero se contuvo. Puso la tele a todo volumen. A los pocos minutos apareció su padre.

—Diego, ¡no pongas la tele tan alta! —exclamó cogiendo el mando y bajando el volumen.

El niño lo miró.

—¿Dónde está mamá? —preguntó Diego preocupado y casi llorando.

—En el baño. Ahora viene. ¿Quieres que veamos una película? Todavía tengo un poco de tiempo antes de irme a trabajar —afirmo Álex sonriendo para quitar tensión.

El niño negó con la cabeza. Álex percibió que le pasaba algo. Se sentó a su lado.

—¿Qué te pasa, Diego?

—Nada.

—Nada, no. Sé que te pasa algo. ¿Me lo quieres contar?

Con gesto compungido y con los ojos llenos de lágrimas, respondió:

—No quiero que mamá se vaya.

Su padre suspiró. Sabía qué pasaría. Lo cogió y lo sentó sobre sus rodillas.

—Ya hemos hablado muchas veces de eso, Diego. Ella tiene que trabajar, por eso se tiene que ir.

—¿Y por qué no trabaja aquí? ¿No puede estar en el pub, contigo?

Álex le acurrucó contra él.

—Pero mamá es diseñadora de moda, no camarera. Y aquí no puede ejercer ese trabajo. Ya te lo expliqué.

Diego no dijo nada. Tenía la cabeza agachada y estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no llorar.

—Pero vas a verla enseguida. En octubre hay días de fiesta. Seguro que mamá vendrá a vernos o iremos nosotros hasta Madrid. Y además, tienes que empezar el cole. ¿No tienes ganas de ver a tus amigos, y jugar al fútbol?

—Sí —respondió con un hilo de voz.

—Y vas a empezar el conservatorio. A tocar el piano. ¿No era eso lo que querías?

Diego Asintió con la cabeza.

—El tiempo pasa enseguida. Ya verás. Dentro de nada mamá estará aquí otra vez.

Álex lo abrazó. Yoli que estaba escuchando desde la puerta, tuvo que salir al pasillo porque no quería que Diego viera que le caían las lágrimas sin poder evitarlo. Esperó un poco a serenarse y entró sonriente.

—¿Estáis esperándome para ver la película? —preguntó Yoli sentándose junto a ellos.



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