En busca de la ciudad del futuro by Capitán Nemo

En busca de la ciudad del futuro by Capitán Nemo

autor:Capitán Nemo [Capitán Nemo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2018-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 9

LA HORA DE PEDIR REFUERZOS.

TODOS A UNA

Supo, antes de abrir los ojos a la mañana siguiente, que algo no iba bien. Alguien acababa de entrar muy agitado en su habitación y le estaba hablando entrecortadamente.

—¡Jules! —La voz sonaba apremiante.

El chico se incorporó en la cama sobresaltado.

—¿Qué ocurre, mamá? —farfulló algo inquieto—. ¿Qué hora es? ¿Por qué me despiertas?

—Venga, levántate y baja al salón. Huan está aquí, ha venido a verte.

—¿Ha pasado algo? —inquirió él mientras saltaba de la cama con el corazón bombeando fuerte en su pecho.

La madre observó durante unos instantes a su hijo con una expresión parecida a la lástima dibujada en el rostro. Jules tragó saliva; ¿qué estaba ocurriendo? Sin duda era algo grave.

—Será mejor que te lo cuente él —decidió la madre.

Jules descendió por la escalera velozmente hasta el salón, donde se encontró a Huan, quien lo miraba con el rostro lívido y desencajado.

—Ya no hay nada, Jules.

—¿Cómo? ¿De qué hablas? —El joven inventor pensó que, fuera lo que fuese, no sonaba bien.

—La maqueta, los bocetos, el cuaderno con los apuntes… —A medida que Huan iba haciendo la enumeración, Jules comenzó a sentir que le faltaba el aire—. ¡Lo han destrozado todo!

—Pero… —Jules no consiguió decir nada más.

Se sentía completamente en shock; lo que le estaba contando su amigo no podía ser cierto. Por fuerza tenía que estar aún dormido, en la cama, y aquello no era más que una pesadilla. Se pellizcó el brazo con fuerza, haciéndose daño. Estaba despierto.

—Han debido de entrar durante la noche, Jules, ¿lo entiendes? —Huan se frotó los ojos a punto de llorar—. Cuando he entrado allí estaba todo patas arriba, todo destrozado… La maqueta ha quedado reducida a astillas de madera, y había minúsculos trozos de papel por todas partes… Los bocetos están hechos pedazos.

—Tengo que verlo con mis propios ojos —decidió Jules. Se calzó unas botas y se puso el abrigo por encima del pijama.

Ambos chicos desfilaron calle abajo en dirección al puerto, mientras la madre de Jules los observaba partir desde la entrada de su casa con la mirada llena de preocupación y tristeza.

Cuando llegaron al garaje de la nave industrial que les servía de sede del Club y lugar de trabajo, Nemo ya estaba allí inspeccionando los daños.

—Ha corrido la voz en el puerto de que unos ladrones habían entrado en una nave —les dijo—, y enseguida me he temido lo peor y he venido hasta aquí para corroborarlo.

Jules echó un vistazo al interior del espacio y apretó los puños con rabia. Efectivamente, todo había quedado destrozado. Parecía como si los ladrones se lo hubieran pasado en grande destruyendo cuanto encontraban a su paso y reduciendo los bocetos a diminutos trozos de papel, que ahora eran, como máximo, del tamaño de una uña del pie. También había polvo y astillas de madera por todas partes, e incluso el musgo que había servido para crear el verde que tanto le gustaba a Caroline estaba escampado aquí y allá.

El joven inventor se llevó las manos a la cabeza profundamente desolado.



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