El Otro Universo by José Miguel Vallejo Knockaert

autor:José Miguel Vallejo Knockaert
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-95645-08-1
publicado: 2017-11-21T00:00:00+00:00

CAPITULO XI

La depredación y el individuo equivalen a una realidad inseparable, aparentemente, de nuestro universo conocido. No es privativa del ser humano, eso está claro. Organismos minúsculos depredan al interior nuestro y lo que es más decidor aún, los mismísimos sucesos del universo que nos rodea, parecieran depredar dentro de una danza constante de nacimiento y muerte y viceversa. Todo, al ritmo de una violencia más y menos despiadada.

No es extraño, dentro de ese contexto, que el hombre estructure su “Yo” en torno a un circuito casi patológico de defensa y ataque, a veces tan brutalmente como hacía el australopiteco y en ocasiones de manera más sofisticada. No pareciéramos propensos, en otras palabras, ni a la paz, ni a la armonía y mucho menos a la sabiduría y la nobleza. Sin embargo, estas nos asisten de vez en cuando, como el amor y otros sentimientos y emociones tan meritorios como la filantropía, la compasión y otros de naturaleza igualmente elevada. Forma parte también de nuestras características, lograr esta clase de emanaciones mentales capaces de desembocar en acciones formidables y aún el más falaz de los hombres no está desposeído de semejante don.

Cuando lo logramos, algo nos dice que volamos lejos del individuo egoísta que a diario nos aprisiona y entendemos, con un modo de conciencia “diferente”, que aún con nuestros defectos más abominables, a la hora de la bondad, por ejemplo, somos parte de un “todo” dentro del cual ni siquiera es importante haber emitido una buena acción, sino la existencia de esta como parte de ese “todo”. Si pretendemos, en cambio, valorar lo que hacemos en pro del bien, como un premio a nosotros mismos en cuanto lo logrado, la acción se desvanece denigrada por una nueva ola egoísta. Así de sensible es la pureza.

Pero queda igualmente claro que somos capaces de crear o darle curso, más bien, a una clase de emanación que viene desde la parte más originaria de nuestra estructura. Anterior, por cierto, al individuo depredador que ordinariamente nos posee. Es una naturaleza que nos emparenta directamente con la energía que nos ha dado vida a partir del “último ladrillo” y podemos “experimentarla” a lo “largo y ancho” de nuestra existencia, todas la veces que nos propongamos.

Todo indica que este tipo de emanaciones son las únicas capaces de trascender hacia el Otro Universo, pasado el umbral de la muerte. Todo lo demás, negativo o “intrascendente”, se ha consumido, claramente, dentro de nuestro universo conocido y de ese “infierno” quedan, siempre dentro del mundo terrenal, sus consecuencias más y menos graves. El “infierno” es de este mundo, para resaltarlo bien. No podemos, definitivamente, hacerlo pasar por el minúsculo “ojal” de los ladrillos elementales, probablemente por la densidad que contiene. En realidad, nuestros malos pensamientos, emociones, sentimientos y sensaciones arrastran, categóricamente, toda la estructura característica de cuanto está inmerso en el espacio-tiempo. El odio, dicho a manera de ejemplo, corresponde a una emisión energética que no trasciende el espacio-tiempo en que ha sido originado. Es un sentimiento que surge y se alimenta con nuestra individualidad más primitiva.

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