EL MUNDO POR SOMBRERO by Francisco Javier Rodríguez Barranco

autor:Francisco Javier Rodríguez Barranco
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788494598043
editor: Ediciones Azimut
publicado: 2016-10-25T20:12:27+00:00

Cairns, 15 de enero de 2014

ÚLTIMO DÍA EN AUSTRALIA

El paseíto por Australia ha sido curioso. Calculo que entre vuelos y trenes he recorrido unos 20.000 km en este gigantesco país. Han sido tres semanas y un itinerario muy ambicioso. Me han quedado cosas importantes por ver en algunos de los lugares por los que he pasado, pero bueno, se ha hecho lo que se ha podido. He disfrutado de lo que he visto, eso sí.

Ayer pasé la tarde en un parque cultural aborigen, donde, entre otras cosas, nos explicaron la técnica del boomerang y me ha parecido admirable. Un brazo doblado por el codo en ángulo de 90º tiene la forma de un boomerang, pues bien, la cosa consiste en el perfil de ataque, es decir cómo se enfrenta un cuerpo en movimiento al aire, que es algo fundamental en aerodinámica: una parte fundamental de los estudios que se hacen con aviones consiste en eso precisamente: calcular el perfil de las alas para que se produzca una adecuada diferencia de presión y eso permita la sustentación del aparato. En eso consiste el efecto Venturi. En el caso del boomerang imaginemos, insisto, un brazo doblado por el codo en ángulo de 90º, y así tenemos la parte del antebrazo, de la muñeca al codo, y la parte del brazo, del codo al hombro. Entonces, con ese símil, los boomerangs han sido diseñados de tal manera que el perfil de ataque de la parte exterior del antebrazo y la interior del brazo sean un poco más gruesos, mientras que la parte interior del antebrazo y la exterior del brazo son algo más finas. Por eso el boomerang hace un vuelo circular. Todo un alarde de conocimientos físicos en los antiguos aborígenes, que no hubiera imaginado yo en quienes he visto tirados por las calles y los parques de Darwin y de Alice Springs, vagando sin rumbo, o sencillamente borrachos.

Hoy he volado a Auckland y en Nueva Zelanda, donde tampoco se caracterizan por su flexibilidad aduanera, me han dejado entrar sin más trámites que los racionales. Probablemente han debido pensar que, míralo, pobrecito, si ha estado casi un mes en Australia, vamos a dejarle que se recupere un poco.

Pero Nueva Zelanda es Nueva Zelanda. Ya os contaré.

Mientras tanto, unas imágenes finales de la cultura aborigen.

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