El caballero de negro by Ana F. Malory

El caballero de negro by Ana F. Malory

autor:Ana F. Malory [Malory, Ana F.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-27T00:00:00+00:00


* * *

Miles llegó a la hora acordada y siguió a la doncella hasta la salita. Le extrañó que no fuera el mayordomo quien saliera a recibirle, pero más aún que Edmund, un hombre de lo más puntual, no le estuviera esperando. De pie junto a la ventana, extrajo su reloj del bolsillo. No, no se había adelantado, pensó en el mismo instante en el que Daphne entraba en la pequeña sala.

—Buenas noches —lo saludó con una sonrisa en la que Miles, maravillado con su aspecto, apenas reparó.

El vestido, que dejaba al descubierto los blancos hombros, se ceñía sobre el pecho y la cintura, resaltando la perfección de sus formas. El intenso azul de la tela realzaba el color de sus ojos. Y el cabello, recogido hacia atrás con gracia, le permitía apreciar la suave curva del cuello sobre la que, la noche anterior, había posado los labios.

Recordar el momento le aceleró el pulso. Carraspeó antes de hablar o, de otro modo, su voz habría sonado demasiado grave.

—Señorita Nesbitt. Esta noche luce especialmente… elegante.

—Gracias, es usted muy amable —respondió decepcionada por lo correcto del cumplido. Aunque, tratándose de él, no cabía esperar otra cosa—. Podemos marcharnos cuando guste, mi tío se encuentra indispuesto y necesita guardar reposo. Una de las doncellas irá con nosotros, aun así, entendería que no quisiera acompañarme.

—No seré yo quien la prive de un poco de diversión, más cuando los Manning cuentan con usted. Pero, si me permite el atrevimiento, me gustaría saber qué le sucede a su tío.

De manera escueta, Daphne le explicó lo ocurrido esa misma mañana.

—Hubiera preferido quedarme a su lado —sintió la necesidad de añadir—, pero no me lo ha permitido.

—La comprendo, pero por lo que me cuenta, no tiene caso que lo haga.

—Eso mismo me ha dicho él. —La coincidencia la hizo sonreír.

—Entonces, ¿nos vamos? —Se acercó a ella y, con un gesto, la invitó a abandonar la estancia.

De repente, la idea de pasar la velada a solas con ella se le antojaba maravillosa.

Una vez instalados en la calesa y con la joven mulata sentada a su lado, Daphne contemplaba el cielo cuajado de estrellas en tanto Miles, sentado frente a ellas, no desperdició la oportunidad de mirarla.

En cierta forma lamentaba no poder emplear la máscara también esa noche. Ocultarse tras ella le hacía sentir diferente… Desinhibido y dispuesto a sonreír a la menor oportunidad. Con el antifaz dejaba aflorar una faceta de su carácter que, desde niño, le habían obligado a reprimir. Se daba cuenta de que, después de tantos años sin mostrar sus emociones, casi había llegado a olvidar cómo hacerlo. Hasta que aquella mágica criatura había aparecido en su vida, pensó sin modificar la pétrea expresión de su rostro. Ella, con su arrolladora personalidad, y no el disfraz, era la artífice del cambio, reconoció. Aunque también era cierto que solo parapetado tras la seguridad que le proporcionaba el anonimato, se veía capaz de relajarse.

—Ignoraba que una velada musical pudiera atraer a tanta gente.

El comentario de Daphne interrumpió los



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