El beso de la luna by Carla Neggers

El beso de la luna by Carla Neggers

autor:Carla Neggers [Neggers, Carla]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Wyatt estaba esperando junto a la camioneta de Penelope cuando esta volvió de su incursión por el bosque. Le habría hecho todo tipo de preguntas si los padres de ella no se hubieran presentado a los pocos minutos de que Penelope pusiera a calentar el sirope y se metiera en su habitación para cambiarse. No ocurría nada, dijeron. Solo se habían pasado para saludar. Wyatt no intentó explicar su presencia en la casa de su hija. Cuando esta salió del dormitorio, con ropa seca y notablemente serena, les dirigió una enorme sonrisa y los invitó a tomar tortitas con ellos.

—Doblaré la receta.

A Wyatt no lo engañaba. Cualquier cosa con tal de no quedarse a solas con él. A Robby Chestnut no parecía entusiasmarla la perspectiva de las tortitas, pero Lyman aceptó de inmediato. Cuatro personas en el salón eran dos personas más de las necesarias. Wyatt empezaba a sentir claustrofobia.

Mientras Penelope repartía platos sobre la mesa de la cocina, Robby dirigió a Wyatt una sonrisa vacilante.

—Cuando vivía el padre de Lyman, los tres pasaban mucho tiempo juntos aquí arriba. Este refugio estaba aún más apartado en aquella época. Todavía lo está ahora… pero a Penelope parece gustarle.

—El paisaje debe de ser precioso en verano —dijo Wyatt con diplomacia.

—Sí, magnífico.

A Wyatt se le pasó por la cabeza decirle que su hija había recibido dos amenazas, porque sospechaba que ninguno de sus progenitores tenía idea de lo que estaba pasando en la vida de Penelope. Después, recordó el motivo de su viaje a Cold Spring. Quería descubrir qué había sido de su tío, no verse involucrado en las estratagemas, problemas y encantos de una aviadora rubia.

La cena transcurrió bien, y no se hizo tan interminable como Wyatt había imaginado. Incluyó un análisis exacto de la primera remesa de sirope de arce de Penelope y una conversación sobre la cosecha prevista por Robby en su azucarera. Wyatt ignoraba que pudieran decirse tantas cosas sobre el sirope. No prestaba mucha atención, se limitaba a observar la dinámica de la familia Chestnut.

En cuanto los padres de Penelope se alejaron en su vehículo, Wyatt amontonó los platos en el fregadero, los roció de detergente y abrió el grifo. Dijo:

—No tienen ni idea de que estás recibiendo amenazas. ¿No piensas decírselo?

Penelope estaba limpiando la mesa de la cocina.

—Ni hablar —ella movió la cabeza con energía.

Wyatt pasó un trapo mojado por un plato. No había lavavajillas. No se había molestado en mirar; sencillamente, había dado por hecho que un lugar con una cabeza de alce en la pared no lo tendría.

—No es buena idea que pases la noche aquí sola.

—¿A quién voy a pedirle que venga? ¿A Harriet? Se lo contaría a mi madre. Rebecca y Jane McNally se lo contarían a su padre, y todas mis amigas tienen hijos o tienen que trabajar, o las dos cosas… Además, se correría la voz por el pueblo y a las diez ya lo sabrían mis padres —aclaró la sartén en el otro seno del fregadero—. Cargaré el Winchester y lo guardaré junto a mi cama.



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