El último austrohúngaro: conversaciones con Berlanga by Manuel Hidalgo & Juan Hernández Les

El último austrohúngaro: conversaciones con Berlanga by Manuel Hidalgo & Juan Hernández Les

autor:Manuel Hidalgo & Juan Hernández Les [Hidalgo, Manuel & Hernández Les, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Cinematografía, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 1981-01-01T00:00:00+00:00


Para Berlanga, la entonces jovencísima y luego célebre actriz argentina Marilina Ross (empleada de Carmen) fue uno de sus «descubrimientos».

P. —La esposa dice al marido: «Yo, de divorcio, nada de nada. Me aguantarás siempre, ¿comprendes?, ¡siempre!». La mujer está vista en la película como un ser vampirizante, como un parásito del hombre.

R. —Y así es. Lo que pasa es que la mujer se las ingenia para figurar siempre de víctima. La mujer tiene muy buena prensa. Los hombres no van a los periódicos a contar sus separaciones. En todos los casos de separación que conozco, ha sido la mujer la que más ha roto los cojones, la que más se ha aplicado en la venganza. No sé si será Charles Dickens el culpable de esa imagen tan extendida de la mujer abandonada, con un niño en brazos, pidiendo limosna. Es una literatura que ha cuajado muy bien. No niego que no haya casos… La separación es una liberación para el hombre. En cambio, para la mujer es la pérdida del cordero con el que se alimenta.

P. —El tema de los celos está tratado en La boutique, aunque no hasta el fondo.

R. —Me hubiera gustado tratarlo en profundidad en alguna película. Yo nunca he sentido celos. Es más: la más intensa de las relaciones que he mantenido nunca con una mujer la tuve con una señora que hacía su vida con absoluta libertad. En cambio, las mujeres con las que me he relacionado, incluyendo a las de mi propia familia, casi todas han sufrido de celos.

P. —La alianza conspiratoria entre la hija y la madre, en La boutique, coloca en primer plano la figura de la suegra, en otro tiempo preponderante y hoy casi ausente de los enredos sentimentales.

R. —Nuestra película era convencional en muchos aspectos y, en lo relativo al personaje de la suegra, recogimos toda una tradición del chiste y de la comedia costumbrista.

Lo que siempre nos ha rondado en la cabeza, a Rafael y a mí, es tratar en una película el personaje del cuñado. ¿Recordáis En bandeja de plata, la película de Billy Wilder? El cuñado —me refiero al hermano de la mujer— no está muy tocado como institución, y es un aliado más de la mujer, es como su agente secreto, como su policía. La mujer, en sus batallas, sabe mover muy bien toda una serie de peones.

P. —Al final, muerto el marido, la mujer, ante la mirada complaciente de su madre, se dispone a cazar a otro hombre.

R. —Ese final me gusta mucho. Viene a decir que el nuevo marido lleva la muerte dentro de él. Ella le sobrevivirá.

P. —La muñeca de Tamaño natural, después de que Michel Piccoli se lanza al agua con ella en su coche, sale a flote, le sobrevive.

R. —Sí. Es una obsesión mía. Me irrita mucho que, por lo general, la mujer viva más años que el hombre.

P. —Hemos dejado pasar muchas referencias al cine en tus películas anteriores, debido a tu declaración inicial de que carecían de significación. Queremos



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