Detectives by Jonathan Kellerman

autor:Jonathan Kellerman [Kellerman, Jonathan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2009-01-01T05:00:00+00:00

XXV

De regreso a su mesa de trabajo, Moe se dedicó a destilar la información de la entrevista.

La imagen de un Ramone W. repulsivo se perfilaba con creciente claridad. No tenía ningún delito de sangre en su historial, pero estaba lo bastante enfermo como para espiar a su sobrina de trece años.

La conexión con el mundo del espectáculo de la que alardeaba también era un dato valioso, que cabía relacionar con Ax Dement y el motel Eagle. Solo podía tratarse de sexo o de drogas. O, tal vez, de ambas cosas.

Faltaba saber si su clientela en la Industria se limitaba a un parásito marginal como Ax o había caído en sus redes algún verdadero pez gordo podrido de dinero. Y de alma.

El caso podía ponerse interesante si Wohr había logrado atraer a algún famoso con debilidad por las drogas, como Mason Book. Alguien con una buena montaña de dinero para permitirse ese constante «dame más».

Cuando Ramone había alardeado ante su hermano de ser el «representante» de Adela, seguramente quería decir que era su macarra. A menos que lo hubiera dicho para darse aires.

Sea como fuere, Adela le había acompañado a la cena de Pascua.

Con el bebé.

Un bebé por el que Ramone no había demostrado el menor interés.

Lo verdaderamente atroz es que Ramone se hubiera jactado de representar a Adela tanto tiempo después de su muelle. No tenía antecedentes violentos, pero estaba lo bastante encallecido como para explotar su memoria, si así podía sacarle pasta a su hermano.

Arnold y su familia no habían llegado a comprender la relación que unía a su hermano y aquella «señorita» de tan buenos modales.

La gente como Arnold y su familia vivían en la inopia.

Moe repasó mentalmente la crónica de la cena de Pascua que le había ofrecido el reverendo. Entre Ramone y Adela no había ningún cariño, apenas cruzaron palabra, y Ramone le vació el plato cuando ella se fue a darle el pecho al niño.

¿Por qué podía salir una madre entregada como Adela con un tipo como Ramone?

Tenía que ser por dinero.

La visita de Semana Santa tal vez había sido idea de Ramone. Debía de hacerle mucha gracia presentarse en casa de su hermano el piadoso en una fiesta de guardar acompañado de una prostituta de lujo.

Además de encallecido, malévolo.

Si a eso le añadía el episodio de voyeurismo en su siguiente visita de extorsión fraternal, el retrato robot resultante era de lo menos favorecedor.

Era frío, indiferente y sexualmente impulsivo; es decir, la combinación exacta que Delaware había mencionado durante la investigación de los crímenes de la marisma para describir al prototipo de psicópata sexual de larga carrera delictiva.

En pocas palabras, Ramone era capaz de cualquier cosa.

Moe fue a servirse un café y se lo bebió en medio del murmullo apagado de la gran sala de homicidios, visualizando en su interior fotogramas de virulenta brutalidad: el bello rostro de Caitlin, contraído de agonía, y la expresión de horror de Adela Villarreal al llevarse la peor de las sorpresas. Dos jóvenes bien parecidas, tan diferentes entre sí como podían serlo dos personas, pero unidas en su trágico destino.

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