Días de tempestad by Brenna Watson

autor:Brenna Watson [Watson, Brenna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-09-14T00:00:00+00:00

* * *

Frederick J. McKenzie era un escocés de cuarenta y nueve años alto y vigoroso, de abundante cabello rojizo y una voz potente como un trueno. Por fortuna para sus empleados y allegados no la alzaba con frecuencia y rara era la ocasión en la que permitía que su fuerte carácter dominara sus acciones. James Stuart McKenzie, había fundado hacía más de medio siglo la empresa que ahora dirigía el hijo y, si no fuera porque había perdido totalmente la cabeza, sin duda se sentiría satisfecho con lo mucho que había crecido en la última década. No tanto si hubiera averiguado que ese crecimiento podría haber sido aún mayor si no pesara sobre su familia la amenaza de un escándalo.

Como cada mañana, Frederick desayunó en compañía de su esposa Louise en su casa de Marylebone, una vivienda de tres plantas en una bonita calle. No era excesivamente lujosa, pero sí contaba con todas las comodidades y era lo suficientemente espaciosa como para poder organizar veladas para una docena de invitados. Louise, cinco años menor que él, era una gran anfitriona y esa semana preparaba una cena a la que serían invitados algunos de sus amigos.

Mientras la escuchaba relatarle los detalles sobre el menú que tenía pensado servir, no podía dejar de observarla, con el corazón henchido. Llevaban veintiséis años casados y continuaba amándola profundamente, como había hecho desde el día que la conociera. Ella apenas contaba dieciocho años por aquel entonces y, en su caso, si aceptó convertirse en su esposa fue solo por complacer a su familia. Frederick fue consciente de ese hecho desde el primer momento y se prometió cortejarla durante el matrimonio hasta que lo amara del mismo modo que él a ella. A esas alturas de sus vidas, podía asegurar sin temor a equivocarse que hacía tiempo que había cumplido su objetivo, aunque no había resultado un camino fácil.

Lo que él no sabía al proponerle matrimonio era que la muchacha estaba enamorada de otro hombre, un artista soñador y de aspecto engañosamente delicado que no dudó en seducirla una vez casada, aprovechando que Frederick estaba demasiado ocupado en el negocio familiar. Pese al tiempo transcurrido, no había llegado a olvidar el profundo dolor que lo atravesó al descubrir la traición.

Su primera intención, cegado por la cólera, fue la de retar en duelo a aquel miserable, sin importarle el desenlace ni que aquellas justas estuviesen severamente perseguidas. Y luego, de sobrevivir al lance, repudiarla a ella, aunque eso le partiera el alma en pedazos. Sin embargo, las conmovedoras súplicas de una temblorosa Louise lo acabaron por convencer de que olvidara el contencioso. Le había asegurado entre lloros que no podría vivir con su muerte sobre la conciencia, sabiendo que aquel hombre era un experto espadachín y un excelente tirador. Así que acabó accediendo, no por temor al fatal encuentro sino porque la imagen de ella arrastrando esa carga durante años se le antojó insoportable.

Louise juró además que aquella relación se había terminado y que, si no la repudiaba, le compensaría con creces todo el dolor que le había causado.

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