Cuando ella era buena by Philip Roth

Cuando ella era buena by Philip Roth

autor:Philip Roth [Roth, Philip]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1966-01-01T05:00:00+00:00


Era un muchacho inteligente que ha desaparecido prematuramente de los campos en los que la gloria no permanece.

ELLIOT CURTIS BONHAM

1930-1948

—¿Qué ocurre? —preguntó su madre cuando Lucy entró por la puerta principal—. Lucy, ¿qué haces aquí? ¿Tienes algún problema?

—He venido en autobús, mamá. Así viene la gente desde Fort Kean, en autobús.

—Pero ¿qué ocurre? Lucy, estás muy pálida.

—¿Hay alguien más en casa? —preguntó.

Su madre negó con la cabeza. Había salido corriendo de la cocina con un pequeño cuenco en la mano; ahora lo tenía apretado contra el pecho.

—Querida, qué mal color tienes…

—¿Dónde están los demás?

—Papá Will ha llevado a la abuela al mercado de Winnisaw.

—¿Y él ha ido a trabajar? ¿Tu marido?

—Lucy, ¿qué ocurre? ¿Por qué no estás en la universidad?

—Me casaré el día de Navidad —dijo entrando en el salón.

Su madre dijo con tono triste:

—Lo hemos oído. Lo sabemos.

—¿Cómo lo sabéis?

—Lucy, ¿no pensabas decírnoslo?

—Lo decidimos el lunes por la noche.

—Pero, querida —replicó su madre—, hoy es viernes.

—¿Cómo lo has sabido, mamá?

—Lloyd Bassart ha hablado con papá.

—¿Con papá Will?

—Con tu padre.

—Ah. ¿Y cómo ha reaccionado, si es que tengo derecho a preguntarlo?

—Se ha puesto de tu lado. Así es como ha reaccionado. Lucy, estoy contestando a tu pregunta. Se ha puesto de tu lado sin dudarlo ni un solo instante. Aunque nuestra propia hija no nos lo había dicho, no nos había contado que pensaba casarse ni cuándo…

—Mamá, ¿qué le dijo exactamente?

—Le dijo al señor Bassart que, por supuesto, él no podía hablar en nombre de Roy… Le dijo que creemos que eres lo bastante madura como para tomar decisiones.

—Bueno… ¡quizá no lo soy!

—Lucy, no puedes considerar que todo lo que hace está mal sólo porque es él quien lo hace. Él confía en ti.

—¡Entonces dile que no lo haga!

—Querida…

—Mamá, voy a tener un hijo. ¡Así que, por favor, pídele que no lo haga!

—Lucy… ¿vas a…?

—Sí, así es. ¡Voy a tener un hijo, odio a Roy y no quiero casarme con él ni volver a verle!

Salió corriendo hacia la cocina justo a tiempo para vomitar en el fregadero.

La acostaron en su habitación.

«Podréis analizar…». El libro se deslizó de la cama al suelo. ¿Qué podía hacer ahora más que esperar? La correspondencia cayó por la ranura de la puerta sobre el felpudo, que rezaba: «Bienvenidos». La aspiradora se puso en marcha. El coche se detuvo ante la puerta. Lucy oyó la voz de su abuela en el porche. Se quedó dormida.

Su madre le llevó té y tostadas.

—Le he dicho a la abuela que tienes la gripe —le susurró—. ¿He hecho bien?

¿Su abuela creía que ella había vuelto a casa a causa de la gripe? ¿Dónde estaba papá Will? ¿Qué le había dicho?

—Ni siquiera ha entrado en casa. Volverá más tarde.

—¿Sabe que estoy en casa?

—Aún no.

«Casa». ¿Por qué no? Durante años ellos se habían quejado porque ella se había negado a aceptar ningún consejo; vivía entre ellos como una extraña, incluso como una mendiga, hostil, incomunicada, casi inalcanzable. Bueno, ¿podrían decir que hoy se comportaba como una enemiga? Había vuelto a casa. ¿Qué harían ellos?

Otra vez a solas, bebió un poco de té.



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