Cada seis meses by Clara Duarte

Cada seis meses by Clara Duarte

autor:Clara Duarte
La lengua: spa
Format: epub, azw3
Tags: Novela, Juvenil
publicado: 2020-05-13T22:00:00+00:00


Era junio.

15

Julio. Agosto

- 2 de junio del 2020

- 10:43

- línea 2

- vagón 5

- primera puerta

- entre Sol y Sevilla

¿Qué dicen de nosotros los sueños que se repiten? Kyung me contó, cuando él tenía doce años y yo siete, que a veces soñaba que sus manos eran sartenes. Quería ponerse la ropa, pero sus manos eran sartenes. Nadie se daba cuenta, pero sus manos eran sartenes. Intentaba cocinar en el wok, pero no usaba sus manos de sartén, sino que cogía el mango de una sartén con sus manos de sartén. Por las noches (a veces días), el cerebro quita el tapón. Esa idea no cabe por el agujero. ¿Por qué no cabe? Hay una parte atascada dentro de nosotros. La mía era caminar en medio de un montón de humo. La de Kyung eran manos de sartén. Ro soñaba una vez al año, pero todos los años, que iba en el metro, que era 2 de junio del 2020, las 10:43, la línea 2, entre la parada de Sol y la de Sevilla, y que estaba al lado de la primera puerta, y que se estrellaba.

Se estrellaba.

Se ladeaba un poco. Sonaba algo parecido a una mesa que arrastra el vecino en el piso de arriba. Algo así; saltaban chispas al otro lado de los cristales. Reventaban los cristales. El suelo se torcía. El metro se estrellaba. El metro se estrellaba.

Y entonces ella, sin aire, abría los ojos. Y era marzo otra vez.

El 3 de junio del 2019, yo estaba en el cuarto de Ro a las dos de la mañana.

Tenía delante un cuaderno. Esta historia, en realidad, va de cuadernos que se borran y se escriben. En el cuaderno ponía: 2 de junio del 2020, 10:43, línea 2, vagón 5, primera puerta, entre Sol y Sevilla. Estaba escrito con bolígrafos diferentes. Cada línea, en realidad, y con caligrafías diferentes, casi. La primera era algo más redonda. Luego había una a lápiz. Luego la siguiente estaba en negro, seis años distintos, de los diez a los dieciséis; seis años para seis guiones, y eso era todo. Era más que todo. Era lo más específico que me habían enseñado nunca.

Lo leí en silencio.

Abrí la boca.

Musité:

—Es un sueño, Ro. —Levanté los ojos. La miré a los ojos—. Es un sueño.

Ro estaba frente a mí. La recuerdo sentada sobre la cama y esas luces de Navidad tan estúpidas brillando sobre ella, la habitación entera decorada a su alrededor. El Papá Noel que bailaba, ahora quieto. La guirnalda colgada sobre la puerta. Hubo dos días muy distintos en la noche del 2 de junio: hubo un final de año. Hubo, luego, un silencio muy grande, demasiado grande.

Nos miramos, allí, siempre allí, bajo la litera.

Mis dedos rozaron la hoja de nuevo.

(«Yo voy a ir en ese metro»). («Yo voy a ir en ese metro»).

Pestañeé. Dije, rápido:

—Los sueños se repiten. Se pueden repetir, hacen eso, a veces, hay sueños que…

Ro susurró:

—Hana.

—Son solo sueños. —Tragué saliva. Miré el cuaderno. 2 de junio del 2020, 10:43…—. E… Es imposible, esto no es… Estás…

—Hana.



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