Azteca by Gary Jennings

Azteca by Gary Jennings

autor:Gary Jennings
La lengua: spa
Format: epub, mobi
publicado: 1980-01-01T05:00:00+00:00


I H S

S. C. C. M.

Santificada, Cesárea, Católica Majestad,

el Emperador Don Carlos, nuestro Señor Rey:

Real y Temible Majestad, nuestro Rey Supremo: desde esta Ciudad de México, capital de la Nueva España, en el día de San Papahnutius, mártir, en el año de Nuestro Señor de mil quinientos treinta, os saludo.

Es una atención típica de Nuestro Compasivo Soberano que os apiadéis del Protector de los Indios de Vuestra Majestad y que pidáis más detalles sobre los problemas y obstáculos que nos, diariamente afrontamos en nuestro oficio.

En tiempos pasados. Señor, era una práctica muy común entre los españoles a quienes se les concedieron tierras y haciendas, en estas provincias, que también se apropiaran de muchos indios que vivían en los alrededores de ellas y acostumbraban marcarlos con hierros en las mejillas con una «G» de «guerra», proclamándolos como prisioneros de guerra, tratándolos cruelmente y explotándolos a la vez. Por lo menos esa práctica se ha mejorado a tal grado, que a los indios ya no se les puede sentenciar a ser esclavos, a menos de que se les hallen culpables de algún crimen por las autoridades seculares o eclesiásticas. También, la ley de la Madre España se aplica ahora más estrictamente en esta Nueva España, así es que los indios aquí, como los judíos allá, tienen los mismos derechos como cualquier español cristiano y no pueden ser condenados por un crimen sin ser procesados, juzgados y convictos. Naturalmente que el testimonio de un indio, como el de un judío y aun el de un converso cristiano, no se le puede permitir tener el mismo peso del de un cristiano que lo ha sido durante toda su vida. De aquí que, si un español desea adquirir como esclavo a algún robusto hombre rojo o a alguna mujer roja de buena presencia, todo lo que tiene que hacer para conseguirlo es dejar caer sobre ese indio cualquier acusación que sea capaz de inventar.

Porque nos, tenemos la convicción de que muchos de los cargos contra los indios son falsos, y porque nos, tememos por las almas de nuestros compatriotas, quienes aparentemente se están engrandeciendo a sí mismos y a sus propiedades por medios tortuosos, impropios de Cristianos, nos, que sentimos tristeza, hemos actuado. Utilizando la influencia de nuestro título de Protector de los Indios, nosotros hemos tenido éxito en persuadir a los jueces de la Audiencia de que todos los indios que tengan que ser marcados, en el futuro deben ser registrados bajo nuestro cargo. Por eso es que desde ahora los hierros de marcar están encerrados en una caja que se debe abrir con dos llaves y una de éstas está en nuestra posesión.

Ya que ningún indio convicto puede ser marcado sin nuestra colaboración, firmemente, nosotros hemos rehusado en esos casos que son flagrantes abusos de la justicia y esos indios han sido liberados a la fuerza. El ejercer esa autoridad propia de nuestro oficio de Protector de los Indios, nos ha ganado el odio de muchos de nuestros compatriotas, pero podemos sobrellevarlo con ecuanimidad, sabiendo que actuamos para el bien de todos los que están involucrados en eso.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.