Amos y Mazmorras I by Lena Valenti

Amos y Mazmorras I by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-12-05T05:00:00+00:00


Capítulo 11

El BDSM es un viaje de autodescubrimiento, en el que cada paso que dan juntos amo y sumisa debe darse en la misma dirección, en una misma vibración.

Ringo la miraba desde detrás de su vaso de agua de cristal rojo. Era cómico observar cómo intentaba asimilar esos colores para camuflarse con él; pero Cleo había llegado a creer que Ringo tenía problemas de daltonismo. Su pobre y querido camaleón había adquirido un tono purpúreo bastante extraño.

—Eso no es rojo, Ringo.

Lion se había levantado antes que ella, dejándole una notita sobre la almohada diciendo que volvería en veinte minutos, que tenía una alerta en su iPhone del foro D&M. Iría a la biblioteca, se conectaría desde ahí y revisaría su correo. Y después traería el desayuno para que ambos lo compartieran.

Lion y compartir eran dos palabras que le ponían el pelo de punta.

Ella hubiera preferido acompañarle, en cambio, él anteponía su descanso a todo lo demás. Para su amo, era muy importante tenerla bien sosegada para las duras jornadas sexuales que estaban llevando a cabo.

Con ese pensamiento, y Ringo subido a su hombro, se dispuso a hacer la colada.

Llevaba un pequeño pantalón short corto negro y la parte de arriba de un biquini de triangulitos del mismo color. Se había recogido el pelo en un moño muy alto, ligeramente desordenado.

No le gustaba maquillarse demasiado; pero esa mañana se puso brillo de labios natural, una sombra de color tierra en los párpados y repasó la línea de los ojos con color verde oscuro.

Había dormido tan bien esa noche… Ni diosas interiores ni leches: la diosa zorra de la sensualidad la había poseído.

Sus extremidades parecían flotar; tenía el trasero vivo y estimulado, como si sintiera todavía sus caricias y sus azotes. Menuda locura lo que estaba viviendo. Aunque era todavía más confuso darse cuenta de que estaba esperando, casi ansiosamente, las nuevas lecciones de su amo-tutor, barra agente federal.

Para su sorpresa, mientras esperaba a Lion y aprovechaba para mantener un orden aceptable en su casa, observó que parte de las zonas de su hogar que necesitaban un poco de carpintería y bricolaje estaban saneadas, limpias y arregladas.

Solo hacía tres días que ella y Lion convivían, y era obvio que no estaban permanentemente dándose cachetadas y regalándose orgasmos. Pero si él madrugaba, al parecer, se dedicaba, entre otras cosas, a arreglar la barandilla de madera del porche, algunos zócalos sueltos del suelo y un par de vigas de madera del techo que no estaban del todo bien ajustadas.

Con una sonrisa de sorpresa y satisfacción, caminó con la cesta de la ropa sucia por el jardín, bordeando la mesita camilla de las deliciosas torturas, hasta llegar a la pequeñita casa de madera en la que disponía de lavadora-secadora.

Abrió la puertecita y metió la ropa sucia. Los zócalos de la puerta se habían limado y barnizado, y las esquinas estaban ligeramente modificadas para que se abriera y cerrara mejor. Al lado de la casita, de manera ordenada, se amontonaban uno a uno los paneles de madera que había utilizado para la restitución de la pequeña cabaña.



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