Amanda Black 2--El amuleto perdido by Juan Gómez-Jurado

Amanda Black 2--El amuleto perdido by Juan Gómez-Jurado

autor:Juan Gómez-Jurado
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


12

—¿Cómo moriste? ¿Te mataron quienes te robaron el amuleto? —pregunté con suavidad.

—Oh, no, nada de eso. Si tu bisabuela siguiese entre vosotros, podría contarte que mi torpeza era conocida en todos los círculos de la ciudad. No había evento en el que yo no derramase una copa de vino, chocase contra una mesa o derribase una bandeja con canapés. Ésa era yo... —Jane perdió unos instantes la mirada en un punto indefinido situado por encima de nuestras cabezas. Una sonrisa distraída adornaba sus blanquecinos labios—. Aquella noche me encontraba sola en casa, mis padres estaban de viaje. Al escuchar ruidos en la planta de abajo, salí de mi dormitorio a la carrera. Sabía que no podían ser mis padres, no volverían hasta la semana siguiente... Al llegar a la escalinata, pisé el dobladillo de mi camisón y caí rodando por los escalones con tan mala suerte que me rompí el cuello. Ni siquiera me enteré.

—Pero eso es horrible —se escandalizó Eric—. Si no hubiesen entrado a robar, no habrías muerto...

—Es una forma de verlo —aceptó Jane—. Sin embargo, eso no convierte a aquellos ladrones en asesinos. Fue un accidente, muchacho. Nada más. Los accidentes ocurren, podría haberme caído porque el cartero hubiese llamado a la puerta —zanjó la mujer encogiéndose de hombros.

—¿Cómo es ser un fantasma? —pregunté con timidez—. Me refiero a... ¿qué haces todo el día? ¿No te aburres?

—Como una ostra. Me aburro como una ostra —contestó Jane, resoplando y poniendo los ojos en blanco a la vez que el tono de su voz se tornaba rasposo y desesperado—. Antes os he dicho que asusto a la gente para que no me roben... Y no es mentira, pero también lo hago para distraerme un poco. No puedo salir de la propiedad Mulligan, y ya me la sé de memoria. Me dedico a vagar por los pasillos y poco más. Antes podía leer los libros de nuestra biblioteca, pero me los fueron robando. En ocasiones me gusta ir al lago a mirar el anochecer, pero he visto tantos que hasta eso ha perdido su encanto —Jane hizo una pausa—. Hace mucho tiempo, una pareja se instaló en la casa durante una temporada, parecían vagabundos, no tenían apenas nada; sin embargo, siempre fueron amables conmigo. Llevaban con ellos una pequeña radio que me dejaron cuando siguieron su camino. Me entretenía mucho la radio, me ayudaba a saber lo que pasaba ahí fuera, pero terminó estropeándose.

—Nosotros podemos traerte otra radio o una tele... Incluso un ordenador, pero necesitarás corriente —me ofrecí.

—¿Harías eso, pequeña? Sería maravilloso. —Jane parecía emocionada—. Pero ¿qué es un ordenador?

—Es un aparato con el que puedes escribir, leer, jugar... Y, si hay conexión a internet, que es una red que te conecta con muchas otras personas y fuentes de información, podrías ver películas, series de televisión y hablar con otros sin moverte de aquí... Y, claro que lo haría, pero primero tenemos que averiguar cómo conseguir que tengas electricidad en la casa. Déjalo en mis manos.

Jane se elevó hasta el techo dando palmadas y riendo.



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