After Dark by Haruki Murakami

After Dark by Haruki Murakami

autor:Haruki Murakami [Murakami, Haruki]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2004-01-01T05:00:00+00:00


10

am

Eri Asai continúa durmiendo.

Pero el hombre sin rostro, el que antes, muy cerca de Eri, estaba sentado en una silla contemplando con profundo interés cómo dormía, ha desaparecido. Tampoco está la silla. Han desaparecido sin dejar rastro. Sin ellos, la habitación se ve todavía más fría, con menos movimiento que antes. En el centro de la estancia hay una cama y, sobre ella, yace Eri. Como si se hallara en un bote salvavidas flotando en un mar en calma. Nosotros observamos la escena desde este lado, es decir, desde la habitación real de Eri, a través de la pantalla del televisor. Y la cámara, que presumiblemente existe en la estancia del otro lado, capta la figura dormida de Eri, nos la muestra. La posición y el ángulo de la toma van cambiando a intervalos regulares. La cámara se acerca un poco, se aleja de nuevo.

El tiempo transcurre, pero no sucede nada. Ella no se mueve. No hace el menor ruido. Con el rostro vuelto hacia arriba, flota en un mar de pensamientos puros, sin olas ni corrientes que alteren la superficie. A pesar de ello, nosotros no podemos apartar la vista de la imagen que se nos ofrece. ¿A qué se debe? Desconocemos el motivo. Sin embargo, una especie de intuición nos indica que allí hay algo. Que allí hay algo vivo. Algo que oculta su presencia sumergido bajo la superficie del agua. Decididos a detectar esa presencia, nos quedamos observando la pantalla sin aventurar un movimiento, prestando muchísima atención.

… Ahora, sí. Hemos detectado un leve movimiento en las comisuras de los labios de Eri. No, tal vez ni siquiera pueda llamárselo así. Un ligero temblor, casi imperceptible. Quizá se trate de una oscilación de la pantalla. Quizá no sea más que una ilusión óptica. Puede que sólo sea una alucinación producto de nuestra mente, que espera que se produzca algún cambio. Para cerciorarnos, miramos la pantalla con ojos aún más inquisitivos que antes.

Como si respondiera a nuestros deseos, la lente de la cámara se va acercando al objeto. Primer plano de la boca de Eri. Observamos la pantalla conteniendo el aliento. Esperamos con paciencia a que ocurra lo que, de un momento a otro, es previsible que suceda. Se repite el temblor de los labios. Una crispación momentánea de los músculos. Sí, es el mismo movimiento de antes. Sin duda. No se trata de una ilusión óptica. Algo sucede en el cuerpo de Eri.

Nuestra insatisfacción crece por el hecho de estar observando de manera pasiva, desde este lado, la pantalla. Queremos ver, directamente con nuestros propios ojos, el interior de la otra habitación. Queremos estudiar el movimiento casi imperceptible que ha insinuado Eri, unos probables primeros indicios de conciencia. Queremos hacer conjeturas respecto a lo que aquello significa sobre bases más concretas. De modo que decidimos trasladarnos al otro lado de la pantalla.

Una vez resueltos a hacerlo, no es difícil. Basta con separarnos de nuestro cuerpo, dejar atrás la sustancia, convertirnos en un punto de vista conceptual desprovisto de masa.



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