Sola en la eternidad by Carolyn Sanfel

autor:Carolyn Sanfel
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
publicado: 2015-02-18T23:00:00+00:00

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—¿Qué quieres Lug? —Le preguntó Vittoria cuando entró su compañero en la sala.

Lug había subido a la habitación de la vampira pero allí no estaba así que bajó a la sala de descanso donde se reunían los vampiros del clan para pasar el rato.

—Tenemos que salir a patrullar. —Le contestó Lug.

No pudo evitar mirar a su compañera. Estaba agachada con el palo de billar a punto de golpear la bola negra en la última jugada. Llevaba un pantalón apretado negro y una camiseta de tirantes blanca. A pesar de su pálida piel y el contraste de su cabello color violín, hacía mucho que no veía a una mujer tan bella.

Aquel pensamiento le llevó al pasado, cuando perdió a su mujer. Ese recuerdo le seguía atormentando cada día. Se sentía culpable por no haberla protegido lo suficiente, pero hay cosas que el destino nos arrebata sin ninguna explicación.

Fue una noche lluviosa, él había salido a patrullar con Berdic y le avisaron de que habían matado a dos compañeros del clan. Cuando llegaron al lugar, ya no quedaban cenizas en el suelo, ya no quedaba rastro ninguno, todo había desaparecido bajo la lluvia, pero en el suelo sí que estaba el colgante que le había regalado a su mujer.

Se agachó a cogerlo y lo apretó en su mano. Juró que vengaría la muerte de Ephane, su mujer, y compañera. Había sido asesinada pero a día de hoy, tres siglos después, no sabía quién había podido cometer semejante crimen.

Intentó vengarse de varios cazadores de segunda, dedicados a asesinar a vampiros, pero aquel acto no le llevó a saber que había pasado con su mujer y menos aún, liberarse de aquel dolor.

—¿Lug? —Le preguntó Vittoria acercándose a él. —¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes. —Le contestó Lug.

Sabía cuánto dolía volver al pasado y por eso necesitaba saber que le había pasado a Vittoria para no querer explicarle nada.

—Vamos, tengo la moto fuera. —Lug comenzó a caminar mientras veía de reojo como Vittoria dejaba el palo en la mesa de billar y lo seguía.

Intentaban no volar si no era estrictamente necesario para evitar ser descubiertos a los ojos humanos.

Esta noche intentaría llevar a cabo el plan que no pudo realizar la pasada noche.

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