El aguijón del escorpión (Nora Kelly 2) by Douglas Preston y Lincoln Child

autor:Douglas Preston y Lincoln Child
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788401031144
editor: LIBRANDA RANDOM
publicado: 2023-02-20T13:54:25+00:00

30

En la antesala de la oficina parecía que no había nadie y la puerta del despacho estaba entrecerrada. Corrie se acercó a ella y llamó.

—¡Adelante! —respondió Watts con su vozarrón.

Corrie abrió la puerta del todo y entró. La verdad era que nunca había estado en el despacho de Watts y se llevó una sorpresa. Por fuera, el edificio era bonito, aunque un poco aséptico, pero el despacho del sheriff parecía una cabaña en las montañas, con las paredes de pino nudoso, de las que colgaban un par de alfombras de los navajos y la cabeza de un alce macho encima de una chimenea de ladrillo. El escritorio estaba ordenado y limpio como una patena, y los armarios archivadores ocupaban toda una pared.

—Vaya, qué sorpresa más agradable —exclamó Watts poniéndose en pie—, la agente especial Swanson y la doctora Kelly nada menos que una bonita mañana de lunes. Llegan justo a tiempo. Estaba a punto de salir a comer. ¿Qué puedo hacer por ustedes? —Se pasó una mano por el pelo ensortijado—. Oh, lo siento —añadió—. No las he invitado a sentarse.

—Gracias —dijo Corrie.

Watts esperó a que se sentaran para hacerlo él.

—¿Algún progreso? —se interesó el sheriff.

—Sí —respondió Corrie—. Pero, bueno, lo que hablemos a partir de ahora es confidencial, ¿de acuerdo?

Watts asintió. Entrelazó las manos y se inclinó hacia delante con una expresión de interés y de concentración en la cara.

—¿Conoce Anzuelo Canyon?

—He oído hablar de él. ¿Está cerca de Pie Town?

—Sí —dijo Nora—. Hay unas ruinas de un asentamiento de los indios pueblo encima del barranco llamado Tziguma.

—Nunca he estado allí.

Corrie vaciló un momento antes de sacar la foto del sobre marrón y colocarla delante de Watts.

—Esta es una foto aérea de la zona.

Este la cogió.

—Parece antigua.

—Calculamos que se tomó alrededor de 1940.

—¿Es Anzuelo Canyon?

—Sí —dijo la arqueóloga señalando la foto—. Y esta es la ubicación de la iglesia de los misioneros en Tziguma. Fue destruida durante la rebelión de los pueblo.

El sheriff asintió.

—¿De dónde la han sacado?

—Conseguí una orden de registro para la vivienda del Rancho Gower —explicó Corrie—. Estaba pegada en el dorso de un viejo cuadro.

—Interesante.

—Ayer por la tarde fuimos allí —continuó la agente.

—¿Y encontraron algo?

Corrie tragó saliva.

—No nos dio tiempo. Nos dispararon.

Watts estuvo a punto de levantarse de la silla de un salto.

—¿Les dispararon?

La agente le contó la historia. Antes de que terminara su relato, el sheriff se puso en pie y fue a coger el sombrero.

—Vamos.

—¿No iba a comer?

Watts hizo un gesto con la mano para que se olvidara de eso.

—Vieron desde dónde les dispararon, ¿verdad? Apuesto a que dejaron huellas y tal vez otras pruebas. Tenemos que ir ahora que los indicios aún son recientes. —Se encasquetó el sombrero, descolgó el cinturón con los revólveres y se lo abrochó alrededor de la cintura—. Iremos en mi coche.

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