Una historia breve de Rusia by Mark Galeotti

Una historia breve de Rusia by Mark Galeotti

autor:Mark Galeotti [Galeotti, Mark]
La lengua: eng
Format: epub
publicado: 2022-09-08T16:44:22+00:00


En 1785 fue más allá, aprobando su «Estatuto de la Nobleza». Este nuevo cuerpo legal confirmó las exenciones al servicio estatal y al pago de impuestos, así como sus abrumadores derechos sobre los siervos y sus derechos ilimitados hereditarios a todas sus propiedades. También se les otorgó el derecho a establecer su propia asamblea en cada guberniya, o provincia. En buena medida, era Catalina en estado puro: conscripción disfrazada de concesión. Claramente había llegado a la conclusión de que uno de los problemas del imperio era precisamente que estaba demasiado centrado en torno a un único monarca. No quería debilitar la autocracia, sino hacerla más responsable y, así, más fuerte, creando instituciones intermedias que gestionasen los asuntos cotidianos, en lugar de que todo se decidiese desde San Petersburgo o por gobernadores nombrados por el centro, con todas las tentaciones que eso acarreaba en términos de corrupción y desidia. Después de todo, ese mismo año había concedido también estatutos a pueblos y ciudades, construyendo estructuras de gobierno local.

En varios sentidos, esto es lo importante de la era de las reformas de Catalina.

No la vana e insustancial correspondencia, tampoco las promesas vacías de adhesión a los valores de la Ilustración. Puede que a Catalina no le gustase la pena de muerte, pero hizo oídos sordos ante el asesinato de Pablo III por el hermano de uno de sus favoritos, y Yemelián Pugachov, el líder de la mayor revuelta campesina de la historia rusa —que, evocando a los falsos Dmitris de otras eras, afirmaba ser Pablo III—, fue decapitado y descuartizado en Moscú en 1775.

Su política exterior fue igualmente pragmática, aunque estuviese envuelta en una retórica casi apologética: «No tengo otra forma de defender mis fronteras más que expandiéndolas», afirmó. Y lo hizo, ciertamente, añadiendo más de medio millón de kilómetros cuadrados al territorio ruso durante su reinado. Guerreó agresivamente con Polonia-Lituania, formando parte en las tres particiones que acabarían con Lituania y la mayor parte de la Polonia oriental en manos de Rusia. Los otomanos fueron, no obstante, el objetivo principal, porque Catalina veía que las mayores oportunidades estaban al sur. Nunca realizó esa «zancada imperial» a Constantinopla, pero derrotó a los turcos en las guerras de 1768-1774 y 1787-1792. Como resultado de ello, tomó el sur de Ucrania y, en un movimiento que tendría repercusiones históricas para el siglo XXI, anexionó a Rusia la dependencia otomana de Crimea en 1783.

En el fondo, la «déspota ilustrada» Catalina era más déspota que ilustrada. Sus palabras en el Nakaz no dejaban lugar a la ambigüedad: «El Soberano es absoluto; no hay ninguna otra Autoridad, sino la que se centra en su sola Persona, que puede actuar con un Vigor proporcional a la Medida de un Dominio tan vasto […]. Cualquier otra Forma de Gobierno, la que sea, no solo sería perjudicial para Rusia, sino que sería su ruina». Pero era una déspota inteligente, que comprendió que las antiguas formas de gobernar Rusia estaban quedándose obsoletas. Como la siempre citable emperatriz afirmó una vez: «Un poderoso viento está soplando, y eso te puede dar imaginación o un dolor de cabeza».



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