Sueños en la oscuridad by Sergio Plaza Vallejo

Sueños en la oscuridad by Sergio Plaza Vallejo

autor:Sergio Plaza Vallejo [Plaza Vallejo, Sergio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-12-13T00:00:00+00:00


Capítulo 11

Una vida llena de ventajas

Un fuerte escozor despertó a Lucy de su sueño. Se había pasado bastante tiempo en la azotea esperando a que apareciera el Sol para acabar con su sufrimiento.

Nada más abrir los ojos, se dio cuenta. Una excesiva cantidad de vapor salía de ella como si la estuvieran cocinando en una sartén. El instinto le hizo levantarse y saltar hacia la puerta de las escaleras de emergencia, pero, a medio camino, se obligó a parar y enseguida se rindió. Era lo que quería, para esto había escapado. ¿Qué conseguía echándose atrás en el último momento? ¿Vivir más pesadillas? ¿Beber sangre humana hasta que, un día, alguien acabara con ella?

—Eso no es lo que quiero. —Pegó las palmas con rabia contra el suelo de hormigón y cerró los ojos. No iba a moverse de allí.

Apretó los labios con fuerza y se dispuso a soportar el dolor como pudiera. Poco a poco, todo se fue calmando. Notaba cómo el escozor iba desapareciendo y el humo descendiendo. Pronto acabaría, pronto dejaría de sufrir, pronto moriría. ¿Pero qué era lo que estaba sucediendo? ¿Por qué dejaba de sentir dolor y, sin embargo, seguía respirando? No notaba nada preocupante.

—Pero si estoy debajo de… —Alzó la mirada y se percató del Sol. Aún estaba allí, ninguna sombra la estaba protegiendo—. ¿Entonces qué es lo que…? —Empezó a darle vueltas a su cabeza, y aunque buscó una explicación a su alrededor, no la encontró.

Finalmente se levantó y miró sus brazos. Estaban enrojecidos, pero no quemados como antes. Poco a poco se fueron aclarando y, finalmente, volvieron al tono blanquecino que siempre habían tenido. Sin saber cómo, sin esperar un porqué y, sobre todo, sin desear un milagro, se acababa de salvar. Maravillada, a la vez que sorprendida, se acercó al borde de la cornisa y decidió sentarse a pensar. No entendía muy bien cómo, pero había llegado a una fantástica, y a la vez sorprendente, conclusión.

—El Sol no me hace daño… —susurró como si le diera miedo que solo fuera un buen sueño y pudiera despertar de un momento a otro.

Nada cambió. Lucy ya no tenía nada que temer. Miró directamente al cielo iluminado, por primera vez en toda su vida, sin ningún atisbo de temor. Después colocó la palma entre el Sol y ella, para atenuar el molesto brillo, y, finalmente, sonrió.

—¡¿Lucy?! —gritó alguien desde el interior de las escaleras.

Un segundo sonido, que a ella le pareció un forcejeo entre dos personas, la puso en alerta.

—¿J-J-Jake?

El joven se asomó entonces bajo el marco de la puerta que daba a la azotea. Tenía el rostro desencajado y parecía más pálido de lo que era normal en él.

Lucy le miró feliz y le dio la buena noticia con la sonrisa más grande que había mostrado jamás.

El chico no reaccionó. En su lugar, su cuerpo empezó a echar vapor. Aunque no había salido al peligro del exterior, algunos rayos de sol sí entraron en la seguridad de las escaleras. Pronto se hizo evidente que tenía que resguardarse y que apenas veía nada.



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