Sobre la mentira, el disimulo y la sinceridad by Madeleine de Scudéry

Sobre la mentira, el disimulo y la sinceridad by Madeleine de Scudéry

autor:Madeleine de Scudéry [Scudéry, Madeleine de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Filosófico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-06-15T00:00:00+00:00


Sobre el disimulo y la sinceridad

Un día en que don Pedro, Lucinda, Padilla, Alfonso, don Félix y otras personas estaban en casa de Teodoro, con Matilde[13] también presente en la sala, terminaron hablando sin haberlo pretendido del disimulo, el cual se acusa de practicar a los cortesanos mucho más que a cualquier otra persona.

—Yo estoy convencido —dijo don Pedro— de que es porque suelen tener más ingenio que los demás; hablando con sinceridad, el perfecto disimulo es la obra maestra de la prudencia y del buen juicio.

—¡Ah, señor! —replicó Matilde—, ¿es posible que seáis capaz de expresaros así? ¿Que alabéis algo que se opone abiertamente a la sinceridad cuando esta es lo más querido de las gentes honestas, sin la cual las relaciones entre las personas no serían más que un engaño continuo?

—Pues yo siempre he creído —repuso él— que quienes gozan de mayor reputación de sinceridad son los que disimulan más hábilmente.

—Hay mucha diferencia —respondió Lucinda— entre parecer sincero y serlo realmente.

—Sin duda es fácil equivocarse al respecto —dijo Teodoro.

—Yo personalmente —añadió la artificiosa Padilla, que aún no había hablado— querría saber qué es con exactitud esa sinceridad de la que todo el mundo sin excepción se jacta.

—Es cierto —replicó Lucinda— que es la virtud con la que más personas se adornan. La mayor parte de las otras buenas cualidades no a todos les resultan útiles. Respecto a la bondad, que es algo tan valioso, hay gentes que ni siquiera desean pasar por buenas y que consideran honroso ser tenidas por malas. Muchos hombres que no ejercen la profesión de las armas confiesan con buena fe que no son valientes; se atrincheran en la generosidad, aunque yo estoy convencida de que los pusilánimes rara vez son generosos. Hay otros que se ofenderían si los llamasen sabios. Conozco a algunos que se burlan de la ternura y que creen que la indiferencia es la verdadera cualidad de los cortesanos, pues deben estar siempre dispuestos a abrazar el bando que sus intereses les dictan. Pero en lo referente a la sinceridad, todo el mundo presume de ella y todo el mundo pretende poseerla, y son los que más disimulan los que menos sinceridad muestran, pues sin eso su disimulo sería inútil.

—Es cierto —prosiguió Matilde— que no se oye hablar de otra cosa: todas las conversaciones la mencionan y las cartas están llenas de esa palabra; nos jactamos de ser sinceros en el amor, en la amistad, los negocios, las relaciones y los cumplidos, pero yo sigo sosteniendo que la sinceridad, que parece tan común, es lo más raro del mundo y que, a menudo, quienes más y mejor hablan de ella son los que menos la utilizan.

—Yo en concreto —replicó Padilla— querría precisamente saber qué es la sinceridad, y si existe alguna diferencia entre decir la verdad y ser sincero.

—No lo dudéis —repuso Matilde—. Pues aunque la verdad sea, por decirlo así, el alma de la sinceridad, hay una diferencia entre practicar la una y la otra. No se puede ser sincero sin decir la verdad.



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