las seis caras by Rut H

las seis caras by Rut H

autor:Rut H
La lengua: spa
Format: epub
Tags: LXL Editorial, Las seis caras, Rut h
editor: LXL Editorial
publicado: 2019-03-15T00:00:00+00:00


Nunca me hubiera llegado a imaginar que un aparente y sencillo juego pudiera cambiar la vida de nadie.

Durante las semanas siguientes después de nuestra cena, la relación con Héctor fue a pasos lentos, ya que no quería cometer el mismo error que la última vez, pero con buenas vibraciones. Las citas fueron cada vez más seguidas y eso suponía que las cenas en casa de Lola empezaron a estar más espaciadas, algo que me preocupó y que, como era de esperar, ella se dio cuenta, tranquilizándome y explicándome que estaba muy feliz con lo que me estaba pasando.

Algo que me tocó hacer fue explicárselo a Magui, ya que al no encontrarme en un par de veces de las que llamó, Lola le insinuó lo que no debía. Por eso, en la siguiente llamada en la que cené en su casa, al descolgar el auricular, no pude decir ni hola. Si hubiera podido meter la mano por el teléfono, me hubiera arreado por no haberle explicado nada de lo que había estado viviendo las últimas semanas.

—¡¡Estamos casi a finales de octubre y no me has contado que hay un hombre nuevo en tu vida!! —me gritó.

—Ya te hablé de él —le dije como si no tuviera importancia.

—¡A eso no se le puede llamar hablar! A ver, ¿ya te has acostado con él? —me soltó sin anestesia previa.

—¡¡No!! ¡¿Qué te piensas que soy?!

—Tonta, rematadamente tonta. Para que Lola no te haya encerrado en casa es que ese hombre vale la pena.

—Creo que sí. Es el polo opuesto a Luís. No puedo dejar de sonreír cuando estoy con él, y sus amigos están como una cabra.

—Eso quiere decir que son buena gente. No te imaginas lo que me alegra. En este momento vas a necesitar a alguien con quien hablar. Por cierto, ¿le has contado lo de Luis?

—No, me da miedo hacerlo. No sé qué va a pensar de mí. No quiero que salga corriendo por culpa de mis problemas. —Era cierto. No quería ni pensar en el momento en que, por lo que fuera, tuviera que decir por lo que estaba allí.

—Ahora sí que creo que se lo tienes que decir. Dependiendo de cómo reaccione lo envías a tomar por culo o te pegas a él como una garrapata.

—Una cosa, ¿qué has querido decir con que voy a necesitar a alguien para hablar? —le pregunté al no entender qué quería decirme.

—Necesito que no te pongas nerviosa… —La peor manera de empezar para que le hiciera caso.

—¡¿Tú sabes que eso es lo peor que le puedes decirle a alguien para que esté tranquila?! ¿Qué pasa? —pregunté histérica.

—Lo de tu madre no mejoraba y al final la he vuelto a llevar al hospital, y la han dejado ingresada.

—¿Qué le pasa? ¿Le han hecho alguna prueba? —pregunté, levantándome de golpe del sofá en el que me había sentado.

—Por lo visto no era una gastroenteritis bruta y le van a hacer más pruebas. Ha perdido mucho peso y le duele mucho el estómago. —Me hizo un breve resumen.



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