Serie Play by Play by Jaci Burton

Serie Play by Play by Jaci Burton

autor:Jaci Burton
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788416331987
editor: Ediciones Pàmies


14

Elizabeth miró cómo desaparecía el coche de Gavin.

¿De qué coño iba todo eso? ¿Estaba tratando de molestarla? ¿De asustarla?

Entró en casa y revisó el correo, arrojando los sobres sobre la mesa de la cocina. Retrocedió hasta detenerse frente a la ventana de la sala, segura de que vería aparecer a Gavin en cualquier momento.

Pero no fue así.

¡Maldito fuera! Tomó las llaves, regresó al coche y puso rumbo a la autopista.

En el momento en que llegó a la oscura calle en la que vivía Gavin, cambió de opinión. ¿Qué pensaba hacer? ¿Cuál era su plan? ¿Llamar a la puerta y preguntarle por qué la había seguido? Para eso, podía haberlo llamado.

Bueno, ya estaba allí, frente al largo camino que conducía a la guarida de He-Man, el castillo Grayskull. La imponente mole de dos pisos de ladrillo oscuro que se ocultaba detrás de unos árboles gigantescos no resultaba demasiado acogedora. Parecía misterioso y amenazador con todas aquellas enredaderas subiendo por las fachadas.

Se estremeció; odiaba aquella casa tan aislada. No sabía por qué a Gavin le gustaba tanto, sin duda era un mausoleo. La había comprado hacía ya varios años, y cuando se la mostró ella le dijo que parecía la guarida de un vampiro. No había regresado.

Él se rio de ella. Igual que se reiría de ella en ese momento, cuando llamara a la puerta, irritada porque la hubiera seguido.

¡Agg! Tenían que hablar de un par de cosas.

Mientras aparcaba delante de la casa y apagaba el motor, estuvo a punto de dar media vuelta para regresar a su casa. Sin embargo, suspiró con el toque justo de resignación e indignación, salió del coche, se alisó la falda y caminó hasta la puerta principal. Alzó la horrible aldaba con forma de gárgola y golpeó tres veces. No le sorprendería en absoluto ser recibida con gritos desde el otro lado; ese edificio parecía salido de una película de terror.

La puerta se abrió con un chirrido ―por supuesto―, y Gavin la miró fijamente, con expresión de sorpresa y los ojos abiertos de par en par. Ella se dedicó a examinarle de pies a cabeza, ya que no llevaba camisa, solo unos pantalones cortos, y estaba descalzo. Todas sus hormonas femeninas se revolucionaron y tuvo que resistir la tentación de lanzarse a sus brazos y lamerlo de arriba abajo.

―Liz, ¿qué estás haciendo aquí?

―Te he seguido, igual que has hecho tú.

Lo vio encogerse de hombros antes de abrir la puerta de par en par.

―Adelante, no te quedes fuera.

Ella entró, las sombras que arrojaba la luz del aplique de la pared se agitaban amenazadoras. Era un lugar muy frío. Se arrebujó en el interior de la chaqueta, cerrándola con fuerza mientras seguía a Gavin a la sala.

La pintura de color burdeos que cubría las paredes solo servía para incrementar la atmósfera opresiva.

―Qué lugar más sombrío…

Él curvó los labios.

―Me gusta así.

―Te pega.

―¿Quieres beber algo?

―Tomaré lo mismo que tú ―repuso ella, mirando su vaso.

Lo observó mientras se acercaba al aparador que había en la esquina de la sala para servirle un whisky al que añadió un par de cubitos de hielo, y rellenar el suyo.



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