Saboteadores y guerrilleros by Alfonso López García

Saboteadores y guerrilleros by Alfonso López García

autor:Alfonso López García [López García, Alfonso]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2019-04-29T16:00:00+00:00


Por si fuera poco, a estas alturas de la contienda seguían apareciendo los denominados «hijos de la noche», o «niños de la noche». Muchos de los primeros guerrilleros que quedaron varados en zona sublevada, cuando pudieron conectar con miembros del XIV Cuerpo, seguían llamándose a sí mismos con la primera denominación que tuvieron. De hecho, a finales de 1938 seguían encontrándose guerrilleros que actuaban también con el nombre de «La banda negra», «Los dinamiteros», «Los metalúrgicos», etcétera[176].

Mientras la República seguía tratando de digerir la derrota en el Ebro y la gran ofensiva franquista en Barcelona se acercaba, Negrín tomó algunas medidas desesperadas. Una de ellas, según aseguraron los mismos servicios de inteligencia franquistas, fue la orden de atentar contra Franco y el general Varela.

Para llevar a cabo este atentado, y en palabras de un huido marroquí, un batallón —seguramente de guerrilleros— pasaría a la zona franquista simulando ser entusiastas de la causa sublevada. Según este evadido, la ejecución debería realizarla el primero que tuviera la oportunidad, aun a costa de su vida. Parecía que Negrín ya solo contemplaba esta opción como la única real para dar un giro de ciento ochenta grados al conflicto. El marroquí también dijo que los conjurados irían provistos de unos tubos que con solo rozar la piel producirían quemaduras mortales[177].

Pocos días más tarde, el 31 de octubre, el responsable de la inteligencia republicana recibió una información sobre el posible paradero del militar gallego. La información llegó en una carta postal y estaba firmada por Al Rolaña, quien afirmaba que un periodista, tras mantener una entrevista con Franco, había comunicado que, para llegar hasta él, fue conducido desde Alcañiz en dirección a Gandesa tras media hora de camino por carretera y tomando un camino a la izquierda. Cuatro kilómetros después llegó a una casa de piedra en bastante buen estado. Para acceder a este lugar había que atravesar un barranco de unos dos kilómetros en un paraje rodeado de álamos y pinos.

Allí le recibió Franco, y el periodista que filtró la información pudo saber que el general gallego se encontraba en esa casa desde hacía diez días, lo que le llevó a pensar que esta sería su ubicación permanente[178]. Es de suponer que Franco, por motivos de seguridad, no se alojaría en el mismo lugar durante mucho tiempo, ya que extremaba mucho las precauciones, más aún cuando recibía a personas que no eran de su total confianza.

El ansiado atentado contra Franco nunca se materializó, pero sí se produjeron dos intentos más que llegaron a sus propios oídos. Y esos intentos se prepararon fuera de España.

A finales de noviembre, la jefatura de Falange avisó de que se había nombrado un comité en Nueva York cuya misión era designar a los individuos que debían atentar «contra la vida de su Excelencia el Generalísimo». La información era bastante completa y venía acompañada de los nombres que componían el citado comité, que eran en su mayoría gallegos —por ello fue bautizado como «Galicia»—. Se trataba de Loureiro Farco, Francisco Rubio, Joaquín Trigo, Alarzada e Imua[179].



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