Poemas I by Claudio Claudiano

Poemas I by Claudio Claudiano

autor:Claudio Claudiano [Claudiano, Claudio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Poesía, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 0405-01-01T00:00:00+00:00


PANEGÍRICO AL CUARTO CONSULADO DEL EMPERADOR HONORIO

8

El año se viste de nuevo con los auspicios imperiales y goza con más orgullo de la corte ya conocida. Las fasces, no soportando detenerse alrededor de umbrales de simples ciudadanos, se regocijan en su retorno con el consulado del emperador. ¿Ves cómo los caudillos de las armas 5y los próceres de las leyes toman la vestimenta patricia, cómo el ejército avanza con diferente color vestido al modo de Gabios[1], y, dejados a un lado por poco tiempo los estandartes de la guerra, sigue las insignias de Quirino[2]? Las águilas ceden su puesto al lictor, los soldados sonríen vestidos con la toga y la curia resplandece en medio del 10campamento. La misma Belona[3], rodeada por el senado imperial, lleva ya la trábea y dejó atrás su escudo y su casco para transportar en sus hombros la sagrada silla curul. Y no te avergüenzas, Gradivo[4], de llevar en apaciguadas 15manos las hachas adornadas de laurel ni de cambiar tu brillante coraza por la toga del Lacio mientras permanece inmóvil tu carro de hierro y tus corceles retozan por las praderas del Erídano[5].

Es la familia Ulpia[6] digna de ser adorada y conocida por Marte desde hace tiempo, y la casa de Iberia que esparció 20diademas por el mundo. Y no mereció acoger a una descendencia de tan ilustre estirpe una corriente de poco valor: Océano bañó su cuna; fue conveniente que los futuros dueños de la tierra y el mar nacieran del gran padre de todas las cosas[7]. De aquí descendió tu abuelo[8] a quien, exultante después de las victorias en el norte, África le ciñó 25los laureles masilios[9], aquel que puso su campamento en las nieves de Caledonia[10], que soportó bajo su casco los tórridos calores de Libia, terrible para el mauro, vencedor del litoral britano y devastador igualmente del Bóreas y el Austro[11]. ¿Qué eficacia tuvo contra él la dureza eterna 30del clima, qué eficiencia los astros y los mares desconocidos? Las Órcades[12] se empaparon con la matanza de los sajones[13]; se calentó Tule[14] con la sangre de los pictos[15]; la glacial Hibernia lloró los montones de cadáveres de los escotos[16]. ¿Qué calor detiene al hombre valeroso? Corrió por los desiertos de los etíopes y cercó a Atlante 35con tropas extrañas para éste; bebió el agua del virginal Tritón[17], contempló el lecho bañado con los venenos de la Gorgona[18] y se rió de los verdes jardines de las Hespérides[19], de poco valor, a los que la leyenda enriquece con oro. Incendió la ciudadela de Juba[20], la cólera mauritana 40cedió ante su espada y destruyó el palacio del antiguo Boco[21].

Pero tu padre, superando con mucho la gloria de tu abuelo, sometió el Océano a su imperio y limitó sus dominios con la frontera del cielo, gobernando todo el territorio que separa a Gades del Tigris, todo el espacio que dejan entre sí el Tánais[22] y el Nilo. Sin embargo, esto lo 45alcanzó por sí mismo con innumerables victorias, no consiguiéndolo con regalos de familia ni con ambición.



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