Obras I by Luciano de Samósata

Obras I by Luciano de Samósata

autor:Luciano de Samósata [Samósata, Luciano de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 0180-01-01T00:00:00+00:00


y Sófocles:

Un jabalí mottstruoso sobre los campos de Eneo

arrojó la hija de Leto, la diosa flechadora[19].

26»Estos pocos argumentos te he expuesto de entre muchos, a fin de que comprendas a qué gran hombre has abandonado para invitar a Dífilo, a quien has confiado a tu hijo, probablemente porque es amable con el jovencito y anda con él para complacerle. Si no fuera bochornoso para mí decir ciertas cosas, habría añadido aún algo más, que tú, si quieres, podrás conocer con garantías de veracidad de Zópiro, el pedagogo; mas no hay que alterarse en una boda y difamar al prójimo, sobre todo con acusaciones tan vergonzosas. Si bien Dífilo lo merece por haberme ya arrebatado dos discípulos, yo pese a todo guardaré silencio en gracia a la Filosofía misma.

27» He dado instrucciones a mi criado —en el caso de que le des una porción de cerdo, ciervo o pastel de sésamo, para que me lo traiga y sirva de excusa a cambio del banquete— de no aceptarla, no parezca que le he enviado con esa finalidad».

28 Mientras se leían estos párrafos, compañero, me bañaba el sudor de vergüenza y, como dice el refrán, pedía que me tragara la tierra mientras veía a los presentes reír ante cada frase, en especial quienes conocían a Hetémocles, hombre canoso y de porte solemne. Se admiraban de que, siendo como era, les hubiera engañado sin apercibirse, por su barba y la altivez de su rostro. Aristéneto, al parecer, no había omitido la invitación por inadvertencia, sino por creer que, de invitarle, no hubiera aceptado ni se hubiera ofrecido para algo semejante; así estimó que no debía ni intentarlo.

Cuando el criado hubo terminado de leer, la concu29 rrencia entera dirigió sus miradas a Zenón y Dífilo, temblorosos y pálidos, avalando con las perplejidad de sus rostros las acusaciones de Hetémocles. Aristéneto se hallaba turbado y lleno de inquietud, si bien nos exhortaba, pese a todo, a beber, y trataba de llevar a bien el incidente entre sonrisas; así despidió al criado, diciéndole que se ocuparía del asunto. Un poco después, Zenón dejó su puesto subrepticiamente, y el pedagogo hizo ademán de marcharse so pretexto de que su padre se lo había ordenado.

Cleodemo, desde hacia rato, aguardaba una ocasión, 30 pues quería arremeter contra los estoicos y estaba a punto de estallar al no encontrar un comienzo adecuado. A la sazón la carta le brindó el pretexto, y dijo: «Cosas de esa jaez consigue el noble Crisipo, Zenón el maravilloso y Cleantes, frasecillas desafortunadas, preguntas sin respuesta y vestiduras de filósofos, pero en lo demás la mayoría son unos Hetémocles. En cuanto a las cartas, observad cómo lo son de ancianos, y para colmo Aristéneto es Eneo y Hetémocles Ártemis. ¡Por Heracles! Todo ello es de buen tono y propio de una fiesta».

«Por Zeus —dijo Hermón, reclinado más arriba—, ha31 bía oído, sin duda, que Aristéneto tenía preparado jabalí para la cena, de suerte que no le pareció inoportuno referirse al de Calidón. Por Hestia, Aristéneto, envíale en seguida tus presentes, antes de que el viejo se consuma de hambre como Meleagro.



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