Mi vida y el mar by Enrique Boissier

autor:Enrique Boissier
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Deportes y juegos
publicado: 2007-01-01T00:00:00+00:00

Martes, 23 de enero del 2001

Hacemos rumbo a St. Lucía temprano y, como siempre, pasan cosas. Teníamos la zodiac en el agua de remolque y el motor en su tabla bien amarrado. Navegábamos con buen viento, quizás demasiado, así que enrollé el foque y con la mayor rizada navegábamos más o menos bien, pero mi sorpresa vino cuando un barco más pequeño me pasa como un tiro y casi se me para el corazón, esto no puede ser. ¿Qué pasa? No es posible que caminemos tan poco, o tan despacio, lo que ocurre no es normal, así que tenemos que investigar para encontrar las causas.

Una rápida inspección bastó para averiguar lo que ocurría: mi zodiac de remolque estaba debajo del agua, se había dado la vuelta, se había llenado de agua y hacía las veces de lastre, de freno, con una fuerza tremenda; eso si, la sorpresa que me dio Lasi fue increíble, se portó como un jabato, con una fuerza increíble, entre ella y yo la pudimos subir al barco; se sentó después a la popa, descansando, rezando, y yo asombrado. A los 20 minutos, habíamos alcanzado al barco que nos había pasado y lo dejamos atrás, ya era mi barco, mi cabreo se quitó enseguida y viendo a Lasi, rezando para que el viento aflojara.

Pasaron 5 horas y los Pitones ni se veían, era terrible ver la cantidad de agua de lluvia y hasta que no estábamos a media milla ¡no se veían! Y la lluvia seguía. Cuando llegamos a la zona de no mucha mar, decido seguir hasta Marigot Bay, cogimos una baliza, pagamos $45 y a dormir.

Aquí en Marigot Bay estamos descansando de la paliza de la subida y hemos conocido a un navegante español llamado Miguel Puig Demont. Lo he memorizado bien, pues era un hombre solitario en un barco hecho polvo, no se a dónde va, dice que tiene esposa y que la dejó para irse a dar la vuelta al mundo. Lo cierto es que no tenía ni un duro, lo invitamos a cenar, era muy gracioso, desconozco dónde estará su barco que se llama Alkaid, nombre de un jeque árabe que nunca había perdido una batalla y también la última estrella de la osa mayor; era bastante bohemio: su zodiac que se hundía con el agua a media altura, pero iba y venía, es increíble la gente que hay por el mundo.

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