Memorias 1915-1965 by Alan Watts

Memorias 1915-1965 by Alan Watts

autor:Alan Watts [Watts, Alan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1971-12-31T16:00:00+00:00


APÉNDICE

ALAN W. WATTS

Thornecrest Farmhouse

Millbrook, Nueva York

Agosto de 1950

* * *

Queridos amigos:

Después de pensarlo larga y cuidadosamente he tenido que dar un paso que tal vez desasosiegue a muchos de vosotros, aunque para otros no resulte una sorpresa. He llegado a la conclusión que no puedo seguir en el ministerio ni en la comunión de la iglesia episcopaliana.

Retrospectivamente hablando, creo que entré en el sacerdocio bajo la influencia de una tendencia cada vez más extendida que nos lleva a tratar de refugiarnos en una especie de nostalgia de la confusión característica de nuestro tiempo. En un mundo en que las tradiciones que han proporcionado seguridad al ser humano están desplomándose, la mente busca una paz y una estabilidad que le permitan regresar al estado de fe anterior; añora la calma y la certeza interior de épocas pretéritas en que los hombres podían depositar una fe absoluta e infantil en la autoridad de la Iglesia y en la ordenada belleza de alguna antigua doctrina.

No cabe duda de que la doctrina y el culto cristiano contienen verdades muy profundas, pero mucho me temo que tratar de mantenerla y revivirla constituya una inútil resistencia a un cambio irreversible. Para muchas personas, sus formas han dejado ya de servir para transmitir su significado y el lenguaje que utilizan es arcaico y tedioso. Otros quieren creer e intentan convencerse de que creen, pero su fe carece de la autoconciencia vacía tan característica de los conversos modernos, puesto que la mente desempeña un papel que traiciona su estado más genuino. Es imposible imitar la fe y —⁠al igual que ocurre con el resto de las cosas finitas⁠— sus formas comienzan a apagarse y cualquier esfuerzo por revivirlas no pasan de ser una mera caricatura. Esa fe no es verdadera. Las formas no solo perecen porque son mortales, sino también porque el espíritu que encierran pugna desde dentro por despojarse de ellas como el pájaro que rompe su cascarón.

Vivimos un período de desintegración e iconoclastia que los hindúes denominan Kali Yuga, un tiempo que nos duele y nos atemoriza pero que no es esencialmente malo. Porque, aunque se trate de un lapso de pasión en el que el hombre grita: «¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?», constituye un preludio a la resurrección que augura un tiempo de crecimiento espiritual que solo nos exige que dejemos de aferrarnos a una forma de vida exclusivamente centrado en la seguridad. Las formas no se oponen al Espíritu pero su naturaleza es morir y su provisionalidad constituye su misma vida; una forma permanente sería una monstruosidad, un mero remedo de Dios.

El Espíritu utiliza las formas y se revela a través de ellas, razón por la cual son tan maravillosas como necesarias. Pero las formas no son ajenas a la más sencilla de las leyes de la vida que dice que el hecho de tratar de conservarlas es estrangularlas y matarlas. Y conservarlas muertas solo nos lleva a aferrarnos a la desintegración.

Aquel que para los cristianos es la forma de Dios, la



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