La peligrosa idea de Darwin by Daniel Dennett

La peligrosa idea de Darwin by Daniel Dennett

autor:Daniel Dennett [Dennett, Daniel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 1996-01-01T00:00:00+00:00


Hablamos acerca de «la marcha de la mónada hacia el hombre» (de nuevo el lenguaje de viejo estilo) como si la evolución hubiera seguido caminos de progreso continuado a lo largo de linajes intactos. Nada puede estar más lejos de la realidad (Gould 1989b:14).

¿Qué es lo que no puede estar más lejos de la realidad? A primera vista podría parecer como si Gould estuviera diciendo que no hay continuidad ni linaje intacto entre las «mónadas» y nosotros, pero seguramente la hay. No hay una implicación más segura que ésta de la gran idea de Darwin. Como subrayamos en el capítulo 8, no es motivo de controversia que todos somos directos descendientes de macros —o mónadas— simple replicadores precelulares, bajo un nombre u otro. Por lo tanto, ¿qué es lo que está diciendo Gould? Quizá tengamos la intención de hacer hincapié sobre «caminos de progreso»; esta es la creencia en el progreso que está tan lejos de la verdad. Los caminos son continuos, los linajes completamente intactos, aunque no sean linajes de progreso global. Esto es verdad, pero ¿y qué?

No hay caminos globales de progreso, aunque sí hay un incesante progreso local. Este mejoramiento busca el mejor diseño con tan gran fiabilidad que el razonamiento adaptacionista puede, a menudo, predecirlo. Volvamos a pasar la cinta miles de veces y hallaremos las buenas mañas una y otra vez, en un linaje o en otro. La evolución convergente no es evidencia de progreso global, pero es una evidencia apabullante del poder de los procesos de la selección natural. Este es el poder de los subyacentes algoritmos, desarrollándose a lo largo de las vías evolutivas en sentido descendente, aunque, gracias a las grúas que han construido a lo largo de estos caminos, admirablemente capaces de descubrimiento, reconocimiento y sabia decisión. No hay espacio para los ganchos celestes, ni necesidad de ellos.

¿Acaso Gould pensó que su tesis de la contingencia radical refutaría la idea nuclear de Darwin, es decir, la evolución como un proceso algorítmico? Esta es, en principio, mi conclusión. Los algoritmos, en la imaginación popular, son algoritmos para producir un resultado concreto. Como ya he dicho en el capítulo 2, la evolución puede ser un algoritmo, una evolución que nos ha producido por un proceso algorítmico, sin que sea verdad que la evolución es un algoritmo para producirnos. Pero si alguien no comprende este punto, podría pensar: «Si no somos el resultado previsible de la evolución, la evolución no puede ser un proceso algorítmico».

Y quien esto piensa estaría muy motivado para probar la «contingencia radical», si desea demostrar que la evolución no ha sido un proceso algorítmico. En este asunto puede no haber ganchos celestes reconocibles, pero, al menos, sabremos si todo no tuvo lugar nada más que con grúas.

¿Es posible que Gould estuviera tan confundido acerca de la naturaleza de los algoritmos? Como veremos en el capítulo 15, Roger Penrose, uno de los más distinguidos matemáticos mundiales, escribió un extenso libro sobre las máquinas de Turing, los algoritmos y la imposibilidad de la inteligencia artificial; y todo el libro está basado en esa confusión.



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