La noche en la zona M by alberto Chimal

La noche en la zona M by alberto Chimal

autor:alberto Chimal [Chimal, Alberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: JUVENILE FICTION / General, JUV000000, Children’s, teenage and educational, Children’s and teenage fiction and true stories, YF, Novela juvenil, Literatura juvenil
editor: Fondo de Cultura Económica
publicado: 2019-07-05T00:00:00+00:00


SITA,

CUATRO DÍAS ANTES

—¡Sí traen tambores!

El carro del Jefe es de película: una camioneta grande y blindada. Negra. Le dicen la Jómer y no hay otra igual en todo el centro. ¡Tiene motor! Nadie tira de ella ni hay manera de que nadie la mueva pedaleando. Hemos visto muchos carros parecidos en las películas, pero ver uno en la vida real es diferente. Seguro que hay quienes están mirándolo ahora y no pueden creerlo.

Mi abuela dice que el Jefe sale poco en ella porque la camioneta está adaptada para usar combustible del que hacemos para máquinas y otras cosas, y consume mucho. La verdad es que rara vez se le ve.

Pero qué increíble es verla. ¡Y esto es un desfile! Delante de la Jómer, que avanza despacio, va un pelotón de soldados bien armados y con sus mantos. Detrás hay un carro cubierto, que jalan doce hombres de tiro, y hasta el final del desfile otro más, pero grande y descubierto: una plataforma con ruedas de la que tiran treinta. Sobre la plataforma está la música: diez chicos que tocan grandes tambores de madera. Los tocan con grandes baquetas y mucha fuerza. ¿Irán a tocar en el Fuerte también? ¿Irá a haber otra fiesta como cuando le ganamos a Chapu? Aquella estuvo fugoncísima.

Subimos corriendo al siguiente piso del Fuerte para verlos mejor, pero en cuanto abrimos una de las grandes ventanas que dan a la calle nos llega el sonido, que rebota por todas partes y se hace más y más grande.

—¿Quién se está quedando en sus puestos? —nos reclama el Pepino, que está encargado de aquel pasillo—. ¿Quién les dijo que podían abrir eso?

Pero todos le decimos lo mismo:

—¡Permiso del Vegueta! —y es la verdad, o eso es lo que todos decimos. Yo no lo oí, la verdad. Todos nos amontonamos para poder asomarnos, y por una vez las chicas estamos ahí con los soldados y nadie se queja. Hasta Toña está aquí, empujando.

Ahora los estamos viendo dar vuelta a la esquina del Eje Central y acercarse para acá. ¡Vienen para acá! ¿Adónde más iba a estar yendo? Y no nada más nosotros estamos mirando. Afuera, hay hombres, mujeres y niños que salen de los edificios habitados y se acomodan en el borde de la calle.

—¡Ahí está! —grita el Eskín—. ¡El Jefe!

—Pues ni modo que quién —le dice el Sombra. Aquí no le puedo decir nada, ni voltearlo a ver siquiera, y no lo hago, pero sé que él me está mirando.

—¡Dejen ver! —piden otros.

—¡Cuando vuelvan Aquellos les vamos a dejar, qué!

Y al mismo tiempo, como si quisieran darnos algo por igual a todos, los de los tambores empiezan a cambiar el ritmo. De pronto nos damos cuenta. ¡Es la canción del Jefe!

De siempre yo soy

el más hábil en todo:

armas y mujeres,

yo siempre a mi modo.

Yo soy el más fuerte

de toda la zona:

los hombres me envidian,

las nenas me adoran.

¡Saluden al Jefe

de esta gran ciudad!

Con mis enemigos

no tengo piedad.

Yo mato a los malos,

yo pongo las reglas.

Mando a mis guerreros

a que te protejan.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.