Estas brujas no arden by Isabel Sterling

Estas brujas no arden by Isabel Sterling

autor:Isabel Sterling
La lengua: spa
Format: epub
editor: VR Editoras
publicado: 2020-07-15T00:00:00+00:00


14

Al llegar a casa, mis padres comienzan con el estresante ciclo de preguntarse ¿Quién puede tomarse el día libre para cuidar de la niña? Luego de que proteste, muchas veces, por ser catalogada como «niña», finalmente los convenzo de que estaré bien. Mi padre se dirige al trabajo a prepararse para la corte y mi madre se marcha a dar sus clases, luego de hacer que prometa un millón de veces tener cuidado.

Una vez que me encuentro sola, sin embargo, mi coraje se desvanece. Los Cazadores de brujas están de vuelta, y no de un sentido general, como allí afuera, sino aquí.. En Salem.

Paso la mañana en un capullo de mantas, escondiéndome de la realidad. Escribo y borro al menos veinte mensajes para Veronica. Duele que no esté escribiéndome. Que no me busque. Unos meses atrás, esta clase de noticias me habrían hecho correr a sus brazos. Aunque no lamento nuestra ruptura, sí extraño tener en quién apoyarme.

En cambio, estoy sola, que es lo último que quiero ahora.

El sol asciende en el cielo y es un día sofocante. Mi aplicación del clima promete todo un día de sol y una insoportable temperatura máxima de treinta grados cuando llega un mensaje de texto.

BH: Mis padres salieron del pueblo. ¿Quieres cobrarte ese día de piscina que te debo?

Una sonrisa se despliega en mi rostro y me arrastro fuera de mi capullo de sábanas. Mis dedos vuelan sobre el teclado. Esto es exactamente lo que necesitaba. Una distracción del peligro que acecha en cada esquina. De todas formas, antes de enviar la respuesta, hago una pausa. Un día a solas con Benton, sin nada que aplaque esta nueva incomodidad entre nosotros, no suena mucho mejor que esconderme en casa sola.

Cierro el mensaje y en su lugar inicio una llamada.

–¡Hola, Han! –contesta ella al primer tono.

–¿Estás libre hoy? –pregunto, directo al punto–. Benton me invitó a su casa. Iremos a nadar.

–¿Estás bromeando? –Gemma chilla, lo que tomo como un sí–. ¿Benton en traje de baño? Estoy dentro.

–Él es una persona, sabes –respondo, con un tono provocador en mi voz–, no solo un abdomen marcado.

–Sí, sí. Recógeme en una hora –dice. Envío un emoji de pulgar en alto a Benton, me pongo mi traje de baño, pantalones cortos y una camiseta, y atravieso la puerta luego de enviar un mensaje rápido a mis padres, coronado con «¡Probablemente esté más segura entre Regs mientras estén trabajando!», ya que a mi madre no le gustan los cambios de planes de último minuto.

Casi exactamente una hora después de mi llamada a Gem, aparco en la entrada de Benton. Gemma suelta un suspiro de apreciación cuando su casa aparece a la vista. El lugar es tan gigante que la palabra casa no le hace justicia. Mansión o finca encajarían mejor. Incluso tiene un letrero metálico en letras cursivas que dice HALL, sobre el recibidor envolvente con muebles elegantes.

–Cada vez que veo esta casa parece más grande. –Gem asoma la cabeza por su ventana abierta para apreciar el tamaño del lugar–.



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