Eso no estaba en mi libro de Historia de la Ciencia by Eugenio Fernández Aguilar

Eso no estaba en mi libro de Historia de la Ciencia by Eugenio Fernández Aguilar

autor:Eugenio Fernández Aguilar [Fernández Aguilar, Eugenio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2018-03-15T00:00:00+00:00


Una depresión le hizo perder el norte y mostrar una cara desconocida. En 1931 ya estaba empezando a hablar y a preocupar a sus amigos con la posibilidad del suicidio. Dejó escrita una nota unos meses antes de quitarse la vida, dirigida a varios amigos, entre ellos a Bohr y Einstein. Pero nunca la entregó. En ella contaba que se le hacía insoportable la vida al ver que no podía seguir y comprender el ritmo de la física de su momento. Ehrenfest tenía mujer (matemática por cierto) y cuatro hijos. Uno de ellos, Wassik, tenía síndrome de Down, en un época en la que la sociedad no estaba adaptado a ellos. Wassik pasó su vida de hospital en hospital aprendiendo lo que podía. En 1933 y con la toma de poder de los nazis, se trasladó al hijo al Instituto Waterink para niños afligidos, en Ámsterdam. El 25 de septiembre del mismo año, Ehrenfest llegó a la sala de espera del instituto, pistola en mano. Pensaría que hacía lo mejor al tomar al joven Wassik y dispararle en la cabeza. Acto seguido el propio físico apuntó el arma hacia sí mismo. El chico no murió en el acto, perdió un ojo y sobrevivió unas horas. Ehrenfest falleció en la misma sala de espera, con 53 años.

También hay historias de amor, o de dependencia, que terminan con cerebros eyectados. El matemático y físico Aleksandr Mijáilovich Liapunov (1857-1918) es conocido por aquellos que han estudiado la teoría de la estabilidad, pues en ella se usan las llamadas funciones de Liapunov. Sin embargo, su implicación académica y la repercusión de su trabajo es de gran relevancia. Al final de su vida se quedó casi ciego debido a las cataratas y no pudo soportar la muerte de su mujer por tuberculosis. El mismo día que se produjo el deceso de su esposa se pega un tiro en la cabeza que no acabará con él hasta tres días después. Muere el 3 de noviembre de 1918 a los 61 años.

Si el amor arroja luz, más aún con la fotoquímica. Se trata del estudio de las transformaciones químicas provocadas o catalizadas por la luz. El químico alemán Theodor Grotthuss (1785-1822) es uno de los fundadores de esta disciplina química poco conocida. Grotthuss en concreto enunció en 1817 la primera ley de la fotoquímica o ley de Grotthuss-Draper: «La luz debe ser absorbida por una sustancia química para que se dé lugar a una reacción fotoquímica». Su nombre también está relacionado con el primer intento serio de explicar cómo se produce la conducción eléctrica en el agua. Estamos hablando del «mecanismo de Grotthuss», desarrollado en un libro publicado en 1805. Grotthus concibió la idea de un mecanismo cangilón (recipientes en una noria de agua), en el que átomos sucesivos de oxígeno se pasaban iones de hidrógeno. Incluso con sus grandes aportaciones, Grotthuss se sintió apartado de la comunidad científica en los últimos años de su vida, debido principalmente a que estaba quedando incapacitado por una enfermedad hereditaria del páncreas.



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