El Terror(c.2) by Dan Simmons

El Terror(c.2) by Dan Simmons

autor:Dan Simmons
Format: mobi
Tags: Terror, Historia, Novela
publicado: 2010-10-09T13:54:21.707573+00:00


29

Irving

Latitud 70° 5' N - Longitud 98° 23' O

6 de febrero de 1848

Era domingo, y el teniente Irving había hecho dos guardias seguidas en cubierta entre el frío y la oscuridad, una de ellas cubriendo a su amigo George Hodgson, que estaba enfermo y tenía síntomas de disentería, y se había perdido su cena caliente en el comedor de oficiales como consecuencia y, por tanto, sólo había tomado una pequeña porción congelada de cerdo salado y un trozo de galleta llena de gorgojos. Pero ahora tenía ocho benditas horas seguidas antes de volver al trabajo. Podía meterse bajo la cubierta, acurrucarse entre las heladas mantas del coy de su camarote, deshelarlas un poco con el calor de su cuerpo y dormir durante las ocho horas seguidas.

Por el contrario, Irving le dijo a Robert Thomas, el primer oficial que vino a relevarle como oficial de cubierta, que iba a salir a dar un paseo y que volvería enseguida.

Entonces Irving pasó por encima de la borda, bajó la rampa de hielo y se dirigió hacia la oscura banquisa.

Iba buscando a Lady Silenciosa.

Irving se había sentido tremendamente conmocionado semanas antes cuando apareció el capitán Crozier dispuesto a arrojar a la mujer a la turba que se estaba formando después de que los tripulantes escucharan las insidiosas incitaciones al motín del ayudante de calafatero, y otros empezaran a gritar que aquella mujer traía mala suerte y que había que matarla o desterrarla. Cuando Crozier salió ante ellos, agarrando el brazo de Lady Silenciosa, y la arrojó hacia delante, a los hombres furibundos, como un antiguo emperador romano hubiese arrojado a un cristiano a los leones, el teniente Irving no supo qué hacer. Como teniente subalterno, sólo podía mirar a su capitán, aunque aquello significase la muerte de Silenciosa. Como joven enamorado, Irving estaba dispuesto a adelantarse y salvarla, aunque le costara su propia vida.

Cuando Crozier se ganó a la mayoría de los hombres con el argumento de que Silenciosa podía ser la única persona a bordo que supiera cómo cazar y pescar en el hielo, si tenían que abandonar el barco, Irving dejó escapar un silencioso suspiro de alivio.

No obstante, la mujer esquimal se fue del barco el día después de aquel enfrentamiento, y volvía sólo a la hora de la cena cada dos o tres días en busca de galleta o de un regalo ocasional, como una vela, y luego desparecía de nuevo en el oscuro hielo. Dónde vivía o qué hacía allá afuera era un misterio.

El hielo no estaba demasiado oscuro aquella noche; la aurora bailaba y brillaba en el cielo, y la luna proyectaba la luz suficiente para arrojar unas sombras negras como la tinta detrás de los seracs. El tercer teniente John Irving no estaba, a diferencia de la primera vez que había seguido a Silenciosa, llevando a cabo aquella búsqueda por iniciativa propia. El capitán había sugerido de nuevo que Irving podía descubrir, sin ponerse a sí mismo en peligro, el escondite secreto de la muchacha esquimal en el hielo.



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